lunes, 11 de noviembre de 2024

Sobre la imagen de uno mismo



Paso mucho tiempo solo conmigo mismo y me entiendo a mi manera. 
Sempre me veo parecido al día anterior, aunque en realidad, mi imagen se aleja cada vez más de lo que almacena mi memoria.
Luego salgo y me veo con gente, muy de vez en cuando, pero me veo con gente. Y entonces me doy cuenta que yo no soy tan parecido a lo que me creo ser, porque la imagen que proyecto es otra y la gente con la que me veo  me ven muy diferente a la idea que tengo de mí mismo.

Aprendo mucho en estos encuentros, me doy cuenta que estoy equivocado en casi todas mis valoraciones. Mi vida en solitario me convence de muchas cosas que no son ciertas. Solo tengo que salir, verme con gente y sorprenderme.

La imagen de uno mismo es la única cosa que no nos pertenece. Nuestra imagen es la de los demás.. Nuestra imagen solo nos es dada a través del reflejo.

En el espejo nuestra imagen siempre es la imagen anterior al momento en que te miras. Nuestro yo anterior por un instante.

En realidad somos dueños de casi todo nuestro ser menos de nuestra propia imagen. 
Nuestra imagen es de los demás.

Dios viaja en metro

En la ciudad, los dioses están en todos los rincones. 

El milagro se refugia en túneles de metro, 

La mejor manera de escapar de todos estos dioses es alejarse, 

salir de estos lugares tan habitados,

donde el ruido desaparece 

y por fín puedes estar solo contigo mismo, 

sin ningún dios que te moleste.

A las afueras,

donde Dios no viaja en metro.

Preferiría no hacerlo


En el apuro y en la justificada expectativa de una obediencia inmediata, yo estaba en el escritorio con la cabeza inclinada sobre el original y con la copia en la mano derecha algo nerviosamente extendida, de modo que, al surgir de su retiro, Bartleby pudiera tomarla y seguir el trabajo sin dilaciones.

En esta actitud estaba cuando le dije lo que debía hacer, esto es, examinar un breve escrito conmigo. Imaginen mi sorpresa, mi consternación, cuando, sin moverse de su ángulo, Bartleby, con una voz singularmente suave y firme, replicó:
Preferiría no hacerlo.

Me quedé un rato en silencio perfecto, ordenando mis atónitas facultades. Primero, se me ocurrió que mis oídos me engañaban o que Bartleby no había entendido mis palabras. Repetí la orden con la mayor claridad posible; pero con claridad se repitió la respuesta.
Preferiría no hacerlo.

Preferiría no hacerlo repetí como un eco, poniéndome de pie, excitadísimo y cruzando el cuarto a grandes pasos . ¿Qué quiere decir con eso? Está loco. Necesito que me ayude a confrontar esta página; tómela y se la alcancé.
Preferiría no hacerlo dijo.

Lo miré con atención. Su rostro estaba tranquilo; sus ojos grises, vagamente serenos. Ni un rasgo denotaba agitación. Si hubiera habido en su actitud la menor incomodidad, enojo, impaciencia o impertinencia, en otras palabras si hubiera habido en él cualquier manifestación normalmente humana, yo lo hubiera despedido en forma violenta. Pero, dadas las circunstancias, hubiera sido como poner en la calle a mi pálido busto en yeso de Cicerón.

Me quedé mirándolo un rato largo, mientras él seguía escribiendo y luego volví a mi escritorio. Esto es rarísimo, pensé. ¿Qué hacer? Mis asuntos eran urgentes. Resolví olvidar aquello, reservándolo para algún momento libre en el futuro. Llamé del otro cuarto a Nippers y pronto examinamos el escrito.

Pocos días después, Bartleby concluyó cuatro documentos extensos, copias cuadruplicadas de testimonios, dados ante mí durante una semana en la cancillería de la Corte. Era necesario examinarlos. El pleito era importante y una gran precisión era indispensable. Teniendo todo listo llamé a Turkey, Nippers y Ginger Nut, que estaban en el otro cuarto, pensando poner en manos de mis cuatro amanuenses las cuatro copias mientras yo leyera el original. Turkey, Nippers y Ginger Nut estaban sentados en fila, cada uno con su documento en la mano, cuando le dije a Bartleby que se uniera al interesante grupo.

¡Bartleby!, pronto, estoy esperando.
Oí el arrastre de su silla sobre el piso desnudo, y el hombre no tardó en aparecer a la entrada de su ermita.

¿En qué puedo ser útil? dijo apaciblemente.
Las copias, las copias dije con apuro . Vamos a examinarlas. Tome y le alargué la cuarta copia.
Preferiría no hacerlo dijo, y dócilmente desapareció detrás de su biombo.
Por algunos momentos me convertí en una estatua de sal, a la cabeza de mi columna de amanuenses sentados. Vuelto en mí, avancé hacia el biombo a indagar el motivo de esa extraordinaria conducta.
¿Por qué rehusa?
Preferiría no hacerlo.

Con cualquier otro hombre me hubiera precipitado en un arranque de ira, desdeñando explicaciones, y lo hubiera arrojado ignominiosamente de mi vista. Pero había algo en Bartleby que no sólo me desarmaba singularmente, sino que de manera maravillosa me conmovía y desconcertaba. Me puse a razonar con él.

Son sus propias copias las que estamos por confrontar. Esto le ahorrará trabajo, pues un examen bastará para sus cuatro copias. Es la costumbre. Todos los copistas están obligados a examinar su copia. ¿No es así? ¿No quiere hablar? ¡Conteste!

Prefiero no hacerlo replicó melodiosamente. Me pareció que, mientras me dirigía a él, consideraba con cuidado cada aserto mío; que comprendía por entero el significado; que no podía contradecir la irresistible conclusión; pero que al mismo tiempo alguna suprema consideración lo inducía a contestar de ese modo.

¿Está resuelto, entonces, a no acceder a mi solicitud; solicitud hecha de acuerdo con la costumbre y el sentido común?

Brevemente me dio a entender que en ese punto mi juicio era exacto. Sí: su decisión era irrevocable.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Un estudio sobre los hábitos de lectura



Cuando meter la nariz en un libro
me libraba de casi todo
–menos del colegio–,
valía la pena arruinar mis ojos
para probar que podía estar en onda
y repartir el buen gancho derecho
a matones que doblaban mi talla.
Luego, con lentes de fondo de botella,
la maldad fue lo mío:
yo, con mi capa y con mis colmillos,
tuve momentos de muerte en lo oscuro.
¡La de mujeres que aporreé con sexo!
Las desbarataba como merengues.
No leo demasiado ahora: el tipo
que decepciona a la muchacha antes
de que se aparezca el héroe, o el otro
que lleva el almacén y es un pendejo
me son muy familiares. Emborráchate:

NADA QUE DECIR



Para naciones imprecisas como maleza, para los nómadas que viven entre las rocas, tribus de baja estatura y cara de enfado, y para las familias unidas por adoquines en pueblos con molinos de oscuras mañanas, la vida es una muerte lenta. Y también sus distintas maneras de edificar, de bendecir de medir el amor y el dinero son variantes de una muerte lenta. El día que uno pasa cazando un cerdo o celebrando un fiesta en el jardín, horas que dan fe o dan a luz, avanzan hacia una muerte igualmente lenta. Y decir eso para algunos no significa nada; a otros les deja sin nada que decir.

sábado, 9 de noviembre de 2024

EL SEXO ESTORBA, EL PORNO ACOMPAÑA




«El sexo estorba, el porno acompaña. El cocainómano es un ser solitario por antonomasia. Incluso antes de entrar en contacto con la droga. Consumirla exacerba su soledad. El marihuano no soporta fumar a solas. Necesita de la cofradía. Y cuando el coco entra en modalidad de aislamiento, no hay nada que entretenga excepto la pornografía. No se puede uno retirar a jugar solitario, leer un libro, ver una película. No. Pero si ver a gente cogiendo. La maldita pantalla total de Baudrillard. Por supuesto que no te masturbas. Tu miembro no respondería ni a Kendra Wilkinson de las de Conejitas de Hugh Hefner. El porno te exime de enfrentarte a todo aquello que no debes enfrentar bajo los efectos de la coca. Qué es tu propia mente. La mente es una broma. Y la mente intoxicada puede ser una fuente de angustia o de diversión. Si te estás divirtiendo adelante, pero si te vas a poner paranoico, los mejor es distraerte. Y para eso el porno es ejemplar».

Fragmento de El pericazo sarniento.

Al final todos acabamos locos y solos


Valéry decía que no hay poemas terminados, solo poemas abandonados antes de que dijeran lo que de verdad querían decir. Al final todos acabamos locos y solos y nos acompañan un montón de miserias  y enfermedades.

LOS DÍAS INÚTILES


LOS DÍAS INÚTILES son como una costra de mugre sobre el alma. Hay una asfixia lenta que sonríe, que olvida, que se calla. ¿Quién me pone estos sapos en el pecho cuando no digo nada? Hay un idiota como yo andando, platicando con gentes y fantasmas, echándose en el lodo y escarbando la mierda de la fama. Puerco de hocico que recita versos en fiestas familiares, donde mujeres sabias hablan de amor, de guerra, resuelven la esperanza. Puerco del mundo fácil en que el engaño quiere hacer que engaña mientras ácidos lentos llevan el asco a la garganta. Hay un hombre que cae días y días de pie, desde su cara, y siente que en su pecho van creciendo muertes y almas. Un hombre como yo que se avergüenza, que se cansa, que no pregunta porque no pregunta ni quiere nada. ¿Qué viene a hacer aquí tanta ternura fracasada? ¡Díganle que se vaya!

El mantra del alcohol


"Cuando ocurre algo malo, bebes para olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; y si no pasa nada, también bebes para que pase algo".
...
Henry Charles Bukowski

LA MANO




Veintisiete huesos,

treinta y cinco músculos,

unas dos mil células nerviosas

en cada una de las yemas de nuestros cinco dedos.

Es absolutamente suficiente

para escribir Mein Kampf

o Winnie the Pooh.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Los Adultos




Los adultos pueden decir que no

Los adultos han aprendido a aceptar que no pueden tenerlo todo

Los adultos comen correo basura

Los adultos pedidos por catálogo

Los adultos evitan los atascos de tráfico

Los adultos, de negro porque les sienta bien

Un adulto llevará un disfraz de gorila para participar

Un adulto, cuando se sienta solo, probará lo que sea

Los adultos se lastrarán a sí mismos para ser más pesados

O se convertirán en almas perdidas y errantes

Un adulto pierde interés por todo, así que hace listas

Como esta

Los adultos no se aclaran

Un adulto siente que ha perdido algo.


NO ME INTERESA HABLAR DE POESÍA


No me interesa hablar de poesía, prefiero hablar con mi gato o el jardinero. Aprendo más y me aburro menos. No me interesa ser personaje, porque cuando te ven así, tu poesía pasa a segundo plano. No me interesa si escribes o no escribes. En cambio ser poeta en serio es una responsabilidad. La gente no debe escribir poesía, deben ser poetas. La poesía no es una carrera, eso queda para la hípica. La poesía es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo y un intento de integrarse a la muerte, de la cual tuve conciencia desde muy niño. La poesía no me interesa sólo como acto estético, sino ético. Una manera de cambiar el mundo es empezando a cambiarse a sí mismo. No importa ser bueno o mal poeta, sino transformarse en poeta, luchar contra el universo que se deshace, no aceptar los valores que no sean poéticos, de nada vale escribir poemas si somos personajes antipoéticos
 

LO LUCIFERINO


Lo luciferino: Lucifer es bello. La belleza del mal, un problema aún más allá de la existencia del mal (teodicea). También el movilizador pensamiento de Baudelaire. Lo malo es lo bueno en tanto algo parcial, separado, sin totalidad. Todo lo bueno debe poseer totalidad. Totalidad del temperamento: jovialidad, tristesa, seriedad. El infierno le pertenece a Dios, Dios lo abraza, solo el infierno se ha separado de él. El infierno, una «obra de amor supremo». El bienaventurado es aquel que posee totalidad en sí mismo y, como tal, pertenece al orden divino. Al mismo orden pertenece el condenado, pero solo el más tremendo exceso de dolor puede conferirle totalidad al hombre malvado, demediado. Explicación de lo luciferino: visto desde la religión, lo esencialmente bello es el mal. Lo bello expresa, respecto al mal, que lo que le falta es una totalidad suprema.

Fragmento de Materiales para un autorretrato.

Todo



Todo:
palabra impertinente y henchida de orgullo.
Habría que escribirla entre comillas.
Aparenta que nada se le escapa,
que reúne, abraza, recoge y tiene.
Y en lugar de eso, 
no es más que un jirón de caos.

25 centavos




Cierta vez, pidieron a Vladimir Nabokov que escribiera su opinión acerca de la función social del arte, por lo cual le pagarían 25 centavos por cada palabra escrita.

Su respuesta fue:
-Ninguna. Me deben 25 centavos.

LOS LIBROS Y LAS PUTAS


Los libros y las putas, unos y otras, tienen su respectivo tipo de hombre que vive de ellos y los maltrata. A los libros, el crítico 




DECÁLOGO


1. El lector es un amigo, no un adversario ni un espectador.

2. La ficción que no sea una aventura personal del autor al adentrarse en lo desconocido o en lo aterrador, sólo merece la pena ser escrita por dinero.

3. Nunca utilices la palabra “entonces” como conjunción, ya tenemos la palabra “y” para eso. El uso de todos esos “entonces” no es otra cosa que la falsa solución de un escritor perezoso para el problema de repetir demasiadas veces la conjunción “y” en una misma página.

4. Escribe siempre en tercera persona, a menos que una voz realmente distintiva en primera persona se te ofrezca de modo irresistible.

5. En un tiempo en el que la información es gratuita y de acceso universal, una voluminosa investigación hace que tanto la documentación como la novela se devalúen.

6. La ficción más autobiográfica es la que requiere más inventiva. Nadie ha escrito jamás una historia más autobiográfica que La Metamorfosis.

7. Se ve mejor si te sientas inmóvil en un lugar que si persigues algo.

8. Es dudoso que alguien con conexión a Internet en su lugar de trabajo pueda llegar a escribir buena literatura.

9. Los verbos interesantes rara vez son muy interesantes.

10. Es necesario haber amado algo antes de poder ser implacable con ello.

POR EL PLACER DE MORIR



Los tormentos del infierno son implacables, sus llamas arden fieras.
Sin embargo, los buitres, encaran el viento con mayor
belleza
que las gaviotas planeando a la fresca luz del sol,
o que abanicos en manicomios ahuyentando un
espejismo de destino
en favor de una esperanza que jamás se aventuró tan
arriba
como la decepción vital, a horcajadas sobre el vuelo
del buitre.
Si la muerte puede volar, sólo por el placer de volar,
¿Qué no podría hacer la vida por el placer de morir?

TORVO ESCORPIÓN


Mi odio es como viento que me abofetea,
Ciego a la necesidad, sordo a la súplica,
Dispersando mis palabras, entrecortadas,
Como órdenes lanzadas al temporal,
Las únicas que salvarán el barco,
Perdido. Frente a él me refugio en tu taberna.
En vino recuerdo tres buenas cosas que he hecho:
Mis dos últimos chelines que una vez dí a un vagabundo,
Y que no le proporcionaron sino el caos que yo anhelaba;
La ayuda a morir que proporcioné a un escorpión herido;
Un niño que lloraba cuya miseria fue mía
Al que hice concebir esperanzas, sabiendo que no había ninguna.
¡Cuánto me felicité por mi compasión!
Sin embargo, también fui yo ese torvo escorpión
Que se envenena a sí mismo para morir bajo la piedra,
Donde ningún mensaje hay, sobre el sincero mescal.
Así sólo me salvé a mí mismo, aunque no por mucho tiempo.
Esas tres acciones contra una vida equivocada.
Qué nudos de egoísmo en toda esa abnegación-
¡No hay otra solución salvo la cruz!

ABRIDOR DE OJOS




Cuán semejante a un hombre, es el Hombre, que se
levanta tarde
Y contempla los platos sucios de la cena
Y contempla las botellas, vacías también,
Todo ello tragado durante el sordo «¿Cómo estás?» sin
fin de la noche anterior,
-Aunque un vaso todavía contiene un refresco
espantoso-
Cuán semejante al Hombre es este hombre y su destino,
Aún borracho y tropezando entre los árboles
amarillentos
va a desayunar ron picado, sardinas y guisantes.