«El sexo estorba, el porno acompaña. El cocainómano es un ser solitario por antonomasia. Incluso antes de entrar en contacto con la droga. Consumirla exacerba su soledad. El marihuano no soporta fumar a solas. Necesita de la cofradía. Y cuando el coco entra en modalidad de aislamiento, no hay nada que entretenga excepto la pornografía. No se puede uno retirar a jugar solitario, leer un libro, ver una película. No. Pero si ver a gente cogiendo. La maldita pantalla total de Baudrillard. Por supuesto que no te masturbas. Tu miembro no respondería ni a Kendra Wilkinson de las de Conejitas de Hugh Hefner. El porno te exime de enfrentarte a todo aquello que no debes enfrentar bajo los efectos de la coca. Qué es tu propia mente. La mente es una broma. Y la mente intoxicada puede ser una fuente de angustia o de diversión. Si te estás divirtiendo adelante, pero si te vas a poner paranoico, los mejor es distraerte. Y para eso el porno es ejemplar».
Fragmento de El pericazo sarniento.
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