sábado, 21 de noviembre de 2009

Mañana de Domingo



Ahora que los Domingos también son para madrugar
Flavia and the motonets
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Porque el higado es la cresta del Gallo...
Y lamento no contestar los correos, comentarios y mensajes en el buzón de voz.
En el Facebook no es que no quiera aceptar amigos, es que no miro el correo.
Estoy construyendo un gallinero, y ya casi lo tengo.
Os contaré dentro de poco todo lo que vamos a hacer y si quereis hacemos una fiesta,
nos ponemos todos muy juntitos y sonreimos.
Y yo, encantado, viendome a todos ustedes abrazado.
El gallo canta y el tiempo se hace muy corto.
Mejor sonreir, y trastear , y mientras tanto...
mientras tanto todo se hace mas bonito.

lunes, 16 de noviembre de 2009

¿Que tal luzco?



Dice ella: ¿Qué tal luzco?


Dice él:  Ese es un conjunto agresivo,
¿estás buscando terminar en una clínica de abortos?
...

Lista de videos porno para filósofos


Austin y los actos de habla (videos orales: felaciones y lamidas).


Dworkin y los casos difíciles (nuestro fiósofo del derecho la ve dura con estrechas vírgenes impúberes).

Making it Explicit con Robert Brandom (documental de técnicas porno del siglo XXI).

El analytica posteriora de Aristóteles (sexo anal en toda su intensidad).

El contrato social de monsieur Rosseau (un especial de putas y prepagos francesas cobrando por sus servicios).

El fin en si mismo (las mejores masturbaciones de la filosofía).

La caverna de Platón (video no apto para sensibles. Platón y su Doble-Fisting-Gay con inmensos objetos fetiches).

El "Cuaderno Rojo" de Wittgenstein (el super artista porno nos trae una adaptación en película de uno de sus mejores diarios privados).

Así mamaba Zarathustra.

De lo que no se puede hablar es mejor callar (blowjobs and cumshots con Ludwig).

El operador bicondicional (especial para lógicos bisexuales).

El problema del tercero excluido (tres grandes artistas porno en un fallido pero fenomenal trío).

Actos y Emisiones (lo mejor del anal-isis lingüístico).

Las proposiciones autoreferentes (masturbaciones femeninas: muchas filosofas solas con nada qué hacer).

La caja china de Searle (nuestro porno-filósofo explorando las mieles del sexo asiático).

Los juegos de lenguaje con Wittgenstein (más sexo oral con el artista de la gramática del lenguaje).

Mas allá del principio del placer (el famoso artista porno Freud, que se hizo célebre al mostrar su voluminoso sexo en su gloriosa “Tótem y Tabú”, ahora acompañado de sus putas histéricas sádicas).

Rawls y su posición original.

La barra vertical de Frege.

El organon de Bacon (otro artista porno con un miembro exagerado).

Una proposición a posteriori (sexo anal con mucha experiencia).

Internalizando las Normas (sexo-política muy profunda con las gemelas Norma Patricia y Norma Katherine).
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36 C


Sigue follándote al de 20, yo me quedo tranquilo,con el culo aplastado y la cerveza corriendo rápidamente; tengo 33 y mis únicas fuerzas son para masturbarme dos veces al día y conducir un rato el auto. No tengo fortaleza para follarte, no mil veces como el de 20; mejor déjame con mis pocas fuerzas, con mi rutina de la soledad y la cerveza, con mi aburrido Mahler. Sigue follando con el de 20, yo puedo verlos, y al final, arrojar algunas libras, siempre todo es un espectáculo, todo es intercambiable; yo suelo imaginarte 36C cuando te follo, no es un pecado… tampoco lo es que te folles a uno de 20. Quiero seguir con el culo pegado, el whisky sour y el aburridísimo Chet Baker; tras la ventana,  miraré la neblina, tu follate al de 20, yo, no tengo más fuerzas, ni para imaginarte con una talla 36 C.

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Acá no pasa nada


Es que no pasa nada. Acá no pasa nada. Te lo puedo asegurar. Acá no pasa nada. Y hay que inventar porque aquí no pasa nada. Y en eso estamos, inventando, porque aquí no pasa nada. Y voy por la calle en donde no pasa nada. Y encuentro a gente que no le pasa nada. Voy por los bares en donde nada pasa. Me encuentro con amigos que no les pasa nada. Me llama Javier que no le pasa nada. Luego me llama Sofía que no le pasa nada. Y luego llega triste Francisco y le pregunto qué le pasa, me dice que no le pasa nada. Nada, en ningún lugar pasa nada. En la televisión no pasa nada. En Beijín no pasa nada. En Nueva York no pasa nada. A Sharon Stone no le pasa nada. A Nicolas Sarkozy no le pasa nada. A la Nasa no le pasa nada. A Colombia no le pasa nada. A nadie le pasa nada. Le cuento a Gustavo que acaba de dejarme Romina. Que estoy desesperado. Que pienso matarme. Que era el amor de mi vida. Que sin ella mi vida no tiene sentido. Me dice que no pasa nada. Que Romina es una listilla. Que antes de mí, intentaron matarse por ella Pedro, Felipe y Juan Carlos. Que nadie merece matarse por ella. Escribo en un cartel ACÁ NO PASA NADA. Me mato.


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Llegando hasta el final


Oigo los tambores sonando en el pueblo vecino,
hablan de tiempos paganos, de ritos divinos.
Quiero que me lleves al río,
quiero verte en el agua sumergido.
Vamos a volverlo a intentar, llegando al final.



Tú y yo sentados de nuevo en el bar,
me hablaste de cosas que nadie puede comprobar.
Quiero que me saques de quicio,
meterme de lleno en el mundo del vicio.
Vamos a pasarlo muy mal, llegando hasta el final.

Mientras tanto las hienas se rien de mí.
Yo no tengo la culpa de ser tan feliz.
Me queda el consuelo de romper el espejo,
de seguir siempre igual, no seguir tus consejos,
de dejarme llevar, llegando hasta el final,

llegando hasta el final,

llegando hasta el final,

llegando hasta el final.

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por Alaska y los pegamoides
visto en "El Hombre Confuso"

sábado, 7 de noviembre de 2009

Estupor y temblores 4

Y si, extraordinariamente, tu destino se librara de estas prescripciones, sobre todo no deduzcas que has triunfado:deduce que algo has hecho mal. En realidad, muy pronto caerás en la cuenta de tu error, ya que el espejismo de tu victoria sólo puede ser provisional. Y no disfrutes del momento: deja ese error de cálculo para los occidentales. El momento no vale nada, tu vida no vale nada. Nada que dure menos de diez mil años tiene valor alguno.
Si te sirve de consuelo, debes saber que nadie te considera menos inteligente que un hombre. Eres brillante, eso salta a la vista, incluso a la vista de los que tan mal te tratan. Aunque, pensándolo bién, ¿ De verdad te sirve de consuelo? Por lo menos, si te considerasen inferior, tu infierno estaría justificado y podrías librarte de él demostrando, conforme a los preceptos de la lógica, la excelencia de tu cerebro. Sin embargo, te consideran igual, incluso superior: así pues, tu tormento resulta absurdo, y eso significa que no existe el camino para salir de él.
Existe uno, sí. Un único camino al que tienes pleno derecho, a no ser que hayas cometido la estupidez de convertirte al cristianismo: tienes derecho a suicidarte. En Japón, es sabido que el suicidio constituye un acto de gran honor. Y no se te ocurra pensar que el más allá es uno de esos alegres paraísos descritos por los simpáticos occidentales. Nada es tan estupendo en el otro lado. para compensar, piensa en lo que realmente merece la pena: tu reputación póstuma. Si te suicidas, tu reputación será deslumbrante y se convertirá en el orgullo de tus allegados. Ocuparás un lugar de honor en el panteón familiar: ésa constituye la mayor esperanza que puede albergar el ser humano.
También puedes no suicidarte, es cierto. Pero entonces, tarde o temprano, no lo resistirás y cometerás cualquier deshonor: tendrás un amante, o te harás bulímica, o te volverás perezosa, vete tú a saber. Hemos observado que los humanos en general y las mujeres en particular tienen dificultades para vivir durante mucho tiempo sin cometer alguno de esos pecados relacionados con los placeres carnales. Si desconfiamos de esto último, no es por puritanismo: lejos de nosotros esa obsesión americana.
En realidad, vale más evitar el placer porque hace sudar. Y no existe nada más vergonzoso que el sudor. Si comes a grandes bocados tu razón de pasta hirviendo, si te entregas al frenesí del sexo, si pasas el invierno dormitando junto a la estufa, sudarás. y ya nadie podrá dudar de tu vulgaridad.
Entre el suicidio y la transpiración, no lo dudes. Derramar tu sangre es tan admirable como innombrable resulta derramar tu sudor. Si te das muerte, no sudarás nunca más y tu angustia habrá terminado para siempre.

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Amélie Nothomb

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Estupor y temblores 3


Tienes la obligación de tener hijos, a los que tratarás como a dioses hasta los tres años, edad en la que, de repente, los expulsarás del paraiso para alistarlos al servicio militar, que durará desde los tres hasta los dieciocho años y, mas tarde, desde los veinticinco años hasta el día de su muerte. Estás obligada a traer al mundo a seres que serán todavía más infelices en la medida en que en los tres primeros años de su vida les habrían inculcado la noción de felicidad.
¿Te parece horrible? No eres la única en opinar así. Tus semejantes piensan lo mismo desde 1960. Y ya ves de que les ha servido. Muchas de ellas se rebelaron, y quizás tú también te rebeles durante el único periodo libre de tu vida, entre losdieciocho y los veinticinco años. pero, a los veinticinco años, de repente te darás cuenta de que todavía no te has casado y te sentirás avergonzada. Cambiarás tu ropa excéntrica por un aseado vestido, medias blancas y grotescos zapatos de tacón, someterás tu esplendida y lisa cabellera a un lamentable peinado y te sentirás aliviada si alguien - marido o jefe - manifiesta algún deseo hacia ti.
En el caso más que improbable de que te cases por amor, todavía serás más desgraciada, ya que verás sufrir a tu marido. Será mejor que no le ames: eso te permitirá asistir con indiferencia al naufragio de tus ideales, porque tu marido todavía los tendrá. Por ejemplo, le habrían hecho creer que sería amado por una mujer. No obstante, pronto se dará cuenta de que no le amas. ¿Como podrás amar a alguien si tienes un molde de yeso en lugar de corazón? Te han inculcado un espíritu demasiado calculador para poder amar. Si amas a alguien, significa que no te han educado bien. Los primeros días de matrimonio, fingiras toda clase de cosas. Hay que admitir que ninguna mujer finge con tanto taento como tú.
Tu obligación es sacrificarte por los demás. No obstante, no se te ocurra pensar que tu sacrificio hará felices a aquellos por quienes te sacrificas. Eso sólo les permitirá no avergonzarse de ti. No tienes ninguna posiblidad ni de ser feliz ni de hacer feliz a nadie.

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Amélie Nothomb

Respuesta a una encuesta



1º ¿Qué tipo de films le gustan?
2º ¿Qué tipo de películas le gustaría crear?

1º Me gusta el cine.
Me gusta todo tipo de films.
Pero todos los tipos de films están todavía por crear.
Creo que el cine no puede admitir más que un género concreto de films: Únicamente aquel en que sean utilizados todos los medios de acción sensual del cine.
El cine implica una subversión total de los valores, un trastoque completo de la óptica, de la perspectiva, de la lógica. Es mas excitante que el fósforo, más cautivante que el amor. No es posible ocuparse indefinidamente en destruir su poder de galvanización por el empleo de temas que neutralizan sus efectos y pertenecen al teatro.

2º Reinvindico, pues, los films fantasmagóricos, poéticos, en el sentido denso, filosófico de la palabra, films psíquicos.
Lo que no excluye ni la psicología, ni el amor, ni el esclarecimiento de ninguno de los sentimientos del hombre.
Pero que sean films en los que se trituren, se mezclen, las cosas del corazón y del espíritu hasta conferirles la virtud cinematográfica que hay que buscar.
El cine reclama los temas excesivos y la psicología minuciosa. Exige la rapidez, pero, sobre todo, la repetición, la insistencia, la vuelta sobre lo mismo. El alma humana desde todos sus aspectos. En el cine, todos somos crueles. La superioridad de este arte y la potencia de sus leyes residen en el hecho de que su ritmo, su velocidad, su alejamiento de la vida, su aspecto ilusorio, exigen la rigurosa criba y la esencialización de todos sus elementos. Ésta es la razón por la cual el cine necesita los temas extraordinarios, los estados culminantes del alma, una atmósfera de visión. El cine es un excitante notable. Áctua directamente sobre la materia gris del cerebro. Cuando el sabor del arte se haya amalgamado en proporción suficiente con el ingrediente psíquico que detenta, dejará atrás largamente al teatro, que se verá relegado al armario de los recuerdos. Porque el teatro es ya una traición. En él vamos más a ver a los actores que las obras; en todo caso, son aquellos los que primero actúan sobre nosotros. En el cine, el actor no es más que un signo viviente. En él están toda la escena, el pensamiento del autor y la secuencia de los acontecimientos. Y esto es lo que nos impide pensar en ellos. Charlot interpreta a Charlot. Pickford interpreta a Pickford, Fairbanks interpreta a Fairbanks. Ellos son el film. No podríamos imaginárnoslo sin ellos. Están en primer plano, desde donde no interfieren a nadie. Es porque no existen. Y así nada se interpone entre la obra y nosotros. El cine tiene, sobre todo, una inyección subcutánea de morfina. Por todo esto, el objeto del film no puede ser inferior a su poder de acción, y debe participar de lo maravilloso.

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Antonin Artaud

martes, 3 de noviembre de 2009

Manifiesto del señor Antipirina



DADÁ es nuestra intensidad: que erige las bayonetas sin consecuencia la cabeza sumatral del bebé alemán; DADÁ es la vida sin pantuflas ni paralelos; que está en contra y a favor de la unidad y decididamente contra el futuro; sabemos sensatamente que nuestros cerebros se convertirán en cojines blancuzcos, que nuestro antidogmatismo es tan exclusivista como el funcionario y que no somos libres y gritamos libertad; necesidad severa sin disciplina ni moral y escupamos sobre la humanidad.

DADÁ permanece dentro del marco de las debilidades europeas, es una cochinada como todas, pero de ahora en adelante queremos zurrarnos en diversos colores para ornar el jadrín zoológico del arte de todas las banderas de los consulados.

Nosotros somos directores de circo y chiflamos entre los vientos de las ferias, por entre los conventos, prostituciones, teatros, realidades, sentimientos, restaurantes, uy, jojo, bang, bang.

Nosotros declaramos que el coche es un sentimiento que nos ha mimado más de lo suficiente en las lentitudes de sus abstracciones, como los transatlánticos, los ruidos y las ideas.

Sin embargo, nosotros exteriorizamos la facilidad, buscamos la esencia central y nos sentimos contentos si podemos ocultarla; no queremos contar las ventanas de la élite maravillosa, pues DADÁ no existe para nadie y queremos que todo el mundo entienda eso. Es ahí, se los aseguro, donde está el balcón de Dadá. Desde donde uno puede oír las marchas militares y descender cortando el aire como un serafín en un baño popular, para mear y comprender la parábola.

DADÁ no es locura, ni sabiduría, ni ironía, mírame, gentil burgués.

El arte era un juego color de avellana, los niños armaban las palabras que tienen repique al final, luego lloraban y gritaban la estrofa, y le ponían las botitas de las muñecas, y la estrofa se volvió reina para morir un poco y la reina se convirtió en ballena y los niños corrían y se quedaron sin cena.

Y luego vinieron los grandes embajadores del sentimiento, quienes exclamaron históricamente a coro:

Psicología Psicología jiji
Ciencia Ciencia Ciencia
Viva Francia
No somos naïf
Somos sucesivos
Somos exclusivos
No somos simples
y sabemos bien discutir de la inteligencia.

Pero Nosotros, DADÁ, no compartimos su opinión, pues el arte no es cosa seria, se los aseguro, y si mostramos el crimen para doctamente decir ventilador, es para halagarles, queridos oyentes, los amo tanto, se los aseguro, los adoro.
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Tristan Tzara
"Siete manifiestos DADA"

Música ballardiana para un club nocturno vacío


“Ballardian”: un adjetivo incluido en el Collins English Dictionary que se refiere a lo relacionado con las condiciones descritas en los cuentos o novelas de J.G. Ballard: la modernidad distópica, los desoladores paisajes creados por el hombre y los efectos psicológicos del desarrollo tecnológico, social o ambiental. Elementos que hacen pensar única y exclusivamente en J.G. Ballard: las piscinas vacías, las construcciones deshabitadas, los desiertos y los clubes nocturnos donde la música suena pero no hay nadie escuchando…


¿Y cuál es la música que suena?
Digamos que en ese club nocturno ubicado en medio del desierto, sobrevolado por aviones bombarderos –que a los ojos de los niños se dedican a hacer figuras con las nubes– y a donde llegaríamos siguiendo las pistas que nos deja un camino de jeringas hipodérmicas vacías, sonaría música Ballardiana. Música influenciada por las ficciones de J.G. Ballard: Radiohead, Joy Division, Manic Street Preachers, Gary Numan, The Klaxons… Madonna.

Aunque J.G. Ballard –escritor inglés fallecido a los 78 años el pasado domingo 19 de abril– era reconocido por su sintonía con el cine y las artes plásticas, la influencia más notable de su obra, además de la literatura, fue en la música.

El 6 de Febrero de 2007, Thom Yorke, líder de la banda Radiohead, citó en su blog fragmentos del libro “Kingdom Come” (traducido por Ediciones Minotauro como “Bienvenidos a Metro-Centre”), la última novela que escribió J.G. Ballard. A pocos meses del lanzamiento de “In Rainbow” (álbum descargable y sin protección DRM que le permite al usuario pagar por él la cantidad que crea conveniente), Thom Yorke no podía sacarse a Ballard de la cabeza: “El peligro es que el consumismo necesitará algo cercano al fascismo para seguir creciendo”, “Somos como niños aburridos. Hemos estado en vacaciones durante mucho tiempo, y nos han dado demasiados regalos”, “La sociedad consumista es una especie de estado policial indulgente. Creemos que tenemos una elección, pero todo es obligatorio. Tenemos que seguir comprando o fallamos como ciudadanos”. Yorke experimentaba la influencia Ballardiana, fenómeno en el que una historia de Ballard secuestra las ideas del lector sobre el mundo, las transforma con su lógica surrealista y se las devuelve con su propio sello, haciendo que sea imposible volver a ver la realidad de la misma forma. La obsesión de Yorke por las ciudades ahogadas (o por la inundación, como en el cover de su álbum como solista “The Eraser”) es en parte inspirada por El Mundo Sumergido (1963), novela que se adelanta al calentamiento global y en la que –al igual que en La Sequía (1964) y El Mundo de Cristal (1966)– los acontecimientos externos sirven como excusa para explorar lo que Ballard denominó “el espacio interior” (a diferencia del “espacio exterior” de viajes al espacio y conquista de otros planetas característico de la ciencia ficción de la época) definido como un territorio psicológico “donde se encuentran y funden el mundo exterior de la realidad y el mundo interior de la mente”. Ese era el interés de J.G. Ballard: el lado oscuro de la psique del ser humano, los apocalipsis internos de los personajes. Radiohead, en su exitoso álbum de 1997 OK Computer, incluye dos canciones influenciadas por la visión del mundo Ballardiana, específicamente por la novela “Crash” (llevada al cine por David Cronenberg): Airbag, que describe un accidente automovilístico en cámara lenta, y Lucky, sobre una experiencia cercana a la muerte en un avión a punto de estrellarse.

“Crash” describe una subcultura obsesionada sexualmente por las posibilidades de los accidentes automovilísticos –“las heridas causadas por las colisiones de los automóviles son las claves para una nueva sexualidad, nacida de una tecnología perversa”– y fue la novela más experimental, arriesgada y controversial de J.G. Ballard. Es conocida la historia del editor que recibió el manuscrito de “Crash” y dijo: “este autor está más allá de la ayuda psiquiátrica. ¡No lo publiquen!”. Sin embargo, la novela fue publicada en 1973 y se convirtió en un clásico de culto. Ballard escribió “Crash” como manifestación de un acto de furia, sintiéndose destruido por la muerte de su esposa, y años después reconoció que no era capaz de volver a leer la novela, que ese libro parecía haber sido escrito por otra persona. En el álbum de 1994 “The Holy Bible” de la agrupación Manic Street Preachers se incluye la canción Mausoleum, donde se reproduce un sample de Ballard hablando sobre su libro “Crash”: “quería restregar la cara humana con su propio vómito, quería forzarla a mirarse en el espejo…” El postpunk de finales de los 70s y los 80s también fue muy Ballardiano. Bandas industriales como Throbbing Gristle y Cabaret Voltaire eran admiradoras de las dos “B”: Ballard y Burroughs. La canción “Warm Leatherette” de la banda The Normals de 1978 es un resumen de “Crash” de tres minutos: “el freno de manos penetra su pierna/ Rápido – hagamos el amor, antes de que te mueras”. Las canciones “Cars” de Gary Numan y “Always crashing in the same car” de David Bowie, también le deben parte de su inspiración a “Crash”. Numan admitió en una entrevista que la canción Down in the Park (historia de unos androides que asesinan y violan seres humanos por entretenimiento mientras el público los observa desde un club cercano) fue influenciada por J.G. Ballard y Philip K. Dick.

La idea de “Crash” surgió de una novela-de-relatos que J.G. Ballard había publicado previamente: The Atrocity Exhibition (Exhibición de Atrocidades, 1970), un experimento literario dividido en capítulos con nombres provocativos (“Tú: Coma: Marilyn Monroe”, “Notas para un colapso mental”, “Por qué quiero joder a Ronald Reagan”, etc.) cuya lectura y ambiente podría describirse como la experiencia de entrar con un automóvil estrellado a una morgue transformada en museo de arte pop, donde el médico forense describe con tono desapasionado curiosos hallazgos y patrones y relaciones entre el cuerpo, la sexualidad, la tecnología y los rincones más oscuros de la mente humana. “Closer” (1980), el último álbum de la banda Joy Division antes de la muerte de su vocalista Ian Curtis (que era un gran lector de Ballard), incluyó la canción “The Atrocity Exhibition” que está basada en la novela.

La banda inglesa The Klaxons también fue víctima de Ballard. Ganadora del Mercury Prize, tituló su más reciente álbum Myths of the Near Future en homenaje a la colección de cuentos de J.G. Ballard. Esta agrupación, que se ha inspirado también en obras de Thomas Pynchon y William Burroughs, dijo en una entrevista: “para nosotros la fantasía y las tierras extrañas que se esconden dentro de la mente humana son muy importantes. Todos esos referentes son parte de nuestra música y nos preocupan o nos guían mucho más que las modas o los gustos de la gente en cada momento”.

En el club nocturno Ballardiano también hay cientos de pantallas de televisión que a veces pasan escenas de “Psicosis” de Alfred Hitchcock y a veces videos de música pop. La canción “Video killed the radio star” de Buggles fue la primera que puso el canal MTV en su lanzamiento de 1981, y está inspirada en el cuento de J.G. Ballard “The Sound Sweep” (El barrendero de sonidos), que narra un mundo obsesionado por la limpieza sonora del ambiente, donde la música se ha transformado en una experiencia fría y desencantada.

En las paredes del club nocturno hay posters que, en conjunto, forman la imagen Ballardiana perfecta: un avión de la RAF oxidado y tirado en un páramo desolado –la carátula del álbum Sci-Fi Lullabies de la agrupacupión Suede inspirada en J.G. Ballard– al lado de un collage con fotos de las partes íntimas de Madonna tomadas en medio de su tour Drowned World (El Mundo Sumergido), que es llamado así en honor a la novela ya mencionada de Ballard, música de la banda inglesa Comsat Angels (cuyo nombre fue tomado de un cuento de Ballard) y un sample de la voz de Ballard hablando, de la nada, sobre punk: “para ellos la locura era una especie de libertad, la única libertad que les quedaba […] La sociedad burguesa les ofrecía hipotecas y ellos le respondían con psicosis”.

Esa psicosis que mencionaba Ballard fue su preocupación durante los últimos diez años. Ya había empezado a tratar el tema en su novela Rascacielos (1975), ubicada en un futuro cercano donde un gran edificio de apartamentos satisfacía todas las necesidades básicas de sus habitantes (bancos, colegios, restaurantes), y cuya estructura de clases altas en los últimos niveles y clases bajas en los niveles inferiores desencadenaba una serie de acontecimientos perversos, hasta llegar a un tribalismo brutal y violento, metáfora de una sociedad occidental a punto de colapsar. La banda Hawkwind, pionera del Space-rock, se inspiró en esta novela para una canción llamada High Rise (Rascacielos) en su álbum PXR5 de 1975. Luego, con la misma atmósfera, Ballard escribió Noches de Cocaína (1996), Super-Cannes (2001), Milenio Negro (2003) y la ya mencionada Bienvenidos a Metro-Centre (2007), novelas ubicadas en un futuro cercano (o lo que él llamaría un “presente visionario”) donde la violencia y las pequeñas dosis de psicopatía son tratadas como recursos terapéuticos para que las sociedades se sientan más vivas y se liberen de una prisión auto-impuesta. En estas novelas, psiquiatras, médicos o deportistas carismáticos son una especie de Mesías que llevan a los ancianos que están a punto de morir en lujosos balnearios, a los ejecutivos que se mantienen con gripa y depresión, o a los matrimonios estancados… hacia nuevas e inesperadas posibilidades. Y siempre hay un peligro acechando. Tal vez, como dice en Super-Cannes: “Los Adolf Hitler y Pol Pot del futuro ya no vendrán del desierto, sino de centros comerciales y complejos industriales corporativos”.

Y si hay alguien que sabe de guerra y violencia es J.G. Ballard. Este autor nació en Shanghai en 1930 y durante la segunda guerra mundial fue recluido con su familia en un campo de concentración japonés. Una experiencia dramática que cambió para siempre su visión del mundo y que retrató en la novela de 1984 “El Imperio del Sol” (su novela más conocida, adaptada al cine por Steven Spielberg). Las experiencias traumáticas de China lo acompañaron de por vida y lo dotaron con una habilidad excepcional para las metáforas y los símbolos. “Mi ficción es, de muchas formas, la disección de una patología profunda que observé en Shanghai y luego en el mundo de la posguerra”, escribió Ballard en sus memorias. “Recuerdo muchas de las brutalidades casuales y las golpizas que ocurrieron, pero al mismo tiempo éramos niños que nos divertíamos con cientos de juegos”. La nueva banda del líder de la agrupación australiana Sleepy Jackson se llama Empire of the Sun, en honor a la novela de Ballard.

Alguien se acerca al club nocturno. De fondo hay música de John Foxx (que admitió leer demasiado a Ballard) y de repente la música se desvanece y se reproduce la grabación de la voz de J.G. Ballard leyendo su credo: “Creo en el poder de la imaginación para reconstruir el mundo, liberar la verdad que hay en nosotros, alejar la noche, encantar las autopistas, congraciarnos con los pájaros, asegurarnos los secretos de los locos, trascender la muerte”. Quien se acerca es un nuevo lector de J.G. Ballard, seducido por la narración fría y clínica de sus textos, un lector que saldrá del club nocturno convertido en otra persona… alguien que podrá ver los secretos detrás de un cementerio de automóviles, que apreciará la poesía de los hoteles abandonados y las playas de vacaciones desiertas, alguien que verá el mundo como lo vio un profeta de nuestro tiempo que trascendió la muerte con la imaginación y que por medio de su obra y los artistas que influenció, será eternamente recordado.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Estupor y temblores 2


Y aquí empieza la interminable procesión de tus estériles deberes. Deberás ser irreprochable, por la simple razón de que es lo mínimo a lo que se puede aspirar. Ser irreprochable sólo te reprotará el ser irreprochable, lo que no constituye ni un orgullo ni mucho menos una fuente de placer.
Me resultaría imposible enumerar todas tus obligaciones, ya que no existe ni un minuto de tu vida que no esté regido por alguna de ellas. Por ejemplo, incluso cuando estés aislada en un retrete por la humilde necesidad de liberar tu vejiga, tendräs la obigación de vigilar que nadie pueda escuchar la melodía de tu arroyo: así pues, deberás tirar de la cadena sin cesar.
¿Tienes hambre? Apenas comas, ya que debes mantenerte delgada, no por el placer de ver cómo la gente se vuelve al paso de tu silueta por la calle - no lo harán -, sino porque resulta vergonzoso tener curvas.
Tienes la obligación de ser hermosa. Si lo consigues, tu belleza no te proporcionará satisfacción alguna. Los únicos halagos que recibirás procederán de los occidentales, y todos sabemos hasta que punto carecen de buen gusto. Si admiras tu propia belleza reflejada en el espejo, que sea por menor y no por placer: ya que tu belleza no te proporcionará más que el pánico a perderla. Si eres guapa, no serás gran cosa; si no eres guapa, serás menos que nada.
Tienes la obligación de casarte, a ser posible antes de los veinticinco años, tu edad de caducidad. Tu marido no te dará amor, salvo que sea un retrasado mental, y ser amada por un retrasado no proporciona felicidad alguna. De todos modos, no te darás cuenta de si te quiere o no. A las dos de la madrugada, un hombre agotado y a menudo borracho regresará para derrumbarse sobre el lecho conyugal, que abandonará a las seis de la mañana sin haberte dicho ni una palabra.

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Amélie Nothomb

Videojuegos




Según una encuesta realizado por CVG, dos tercios de los hombres (ingleses) prefieren experimentar el  placer de echar una partida a un juego nuevo que practicar sexo. Según este curioso estudio, un 32% de los 1.130 encuestados prefieren jugar a la consola que “jugar” con su pareja, y esgrimen como motivos el hecho de que “son difíciles de satisfacer” o “no son tan divertidas como un buen juego”.
Este porcentaje aumenta drásticamente cuando se trata de “juegos nuevos”, ya que en ese caso, el 72% de los encuestados afirman preferir pasar la noche desbloqueando Logros y Trofeos en su consola que tener sexo."

Menos que nada


De pequeña, deseaba convertirme en Dios. Enseguida comprendí que era pedir demasiado y agüé con un poco de agua bendita mi vino de misa: sería Jesús. Rápidamente, me di cuenta del exceso de mi ambición y acepté "hacerme" mártir cuando fuera mayor.
Adulta, me propuse ser menos megalómana y trabajar como intérprete en una empresa japonesa. Por desgracia, aquello era demasiado bonito para mí y tuve que descender en el escalafón hasta convertirme en contable. Pero no existía freno para mi fulminante caída social. Así pues, fui destinada a la categoría de menos que nada. Por desgracia - tendría que haberlo sospechado -, menos que nada todavía era demasiado para mí. Y fue entonces cuando recibí mi último destino: limpiadora de retretes.

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Amélie Nothomb