domingo, 21 de abril de 2024

EL ROSA Y EL NEGRO


El mar una copa de negro licor de arándanos.
El cielo de color rosa observándome con tristeza.
La mano que fue mía, inmóvil,
entre episodios de un relato.
El sonido absorbente bajo el agua respirando, escupiendo.
Las burbujas de limo rielando en el mar.
La forma cambiante que llamamos hombre, alzándose liberada,
toda nariz y labios tras un cristal.
Las aletas fluorescentes golpeando contra la piedra caliza
como un abanico español en unas perlas.
Los cuerpos flácidos de los tentáculos rosados, abatidos,
en filas perfectas, colgados del cinturón.
La roca nacarada sobre la que nos sentamos.
La cara adormilada que me miraba.
Los pies cruzados.
La nube entintada, como la secreción de un pulpo,
alejándose en lo alto.
El sol una mezcla blanquiaguada.
La delicada red de ganchillo donde dormían los erizos de mar.
Las grandes púas del que capturé.
El machete, afilado como las palabras de un cura, cortando, cortando.
El intratable mar calmándose y calmándose.
La espalda metálica de algo que escapa,
entrevisto bajo las sombras.
He estado tan solo, hambriento como una serpiente.

AUTORRETRATO CON OJOS ROJOS


Durante todo nuestro affaire de once años,
que se deshizo en actos de placer hasta la muerte
que ahora reconozco como amor, y que luego
siguen orbitando en los sueños más profundos,
en los cuales la memoria, motor de todo,
se regenera, no me importó nada
la vida fuera de las paredes de nuestra habitación.

La mano que borra escribe lo que es real,
y en ello estoy. Amé la vida y ahora veo
que fue una debilidad. Amé los pequeños
nacimientos y muertes que nos ocurren cada día.
Incluso la blanca saliva en tus dientes sensuales
fue espuma del amor, diciéndome: no es cierto,
después de todo, que nunca fueras amado.

La primavera


La primavera se recibirá con felicidad porque las orquídeas florecerán en la cocina y las ventanas se abrirán de par en par y la ropa se aligerará de nuestros cuerpos. La ropa tendida se secará antes y siempre habrá luz, casi a cualquier hora. Los más afortunados tendrán un sexo mucho más luminoso porque los días son más largos y la temperatura dejará nuestra desnudez al amparo de la brisa del atardecer. Las comidas tendrán mucho más sabor a pesar de no tener que cocinar tanto, y las recetas frías tendrán sentido. La primavera embellece y nos vuelve ligeros. 

sábado, 20 de abril de 2024

Entre la insignificancia y la histeria


La idea del fin de los tiempos, el apocalipsis, el fin del mundo, la amenaza terrorista o posibilidad de guerra en el mundo occidental nos provoca sentimientos de desamparo, malestar, ideas suicidas y pensamientos límites que se pasean entre la insignificancia y la histeria.

Bares de barrio

Yo me crié en bares de barrios como los de Villaverde, Ciudad de los Ángeles, Lavapiés, Chueca, Malasaña o la Latina. A los dieciocho la zona era Moncloa, Marqués de Vadillo, Plaza de España, Manuel Becerra y la carretera de Valencia. Después Malasaña y Lavapiés y Chueca, de bar en bar durante años. En Madrid vas de bar en bar desde que empiezas hasta que te acabas.

Después aprendí a ser lo que soy ahora, en estos mismos sitios. Hice amigos y me enamoré y canté y lloré y a veces simplemente estuve y me tomé algo. 

En Madrid la vida está en un bar. Los bares de Madrid son el refugio, la esperanza y la rutina.

15.000 bares. Uno por cada 200 madrileños.

Amor por el apocalipsis


Millones de personas que sienten amor por el apocalipsis y que imaginan el final de los tiempos como un medio rápido e inminente de liberarse de las dificultades y sinsabores de la vida.
 
Domina aquí una voraz curiosidad y una obsesión casi enfermiza por averiguar si los hechos pasados, presentes y futuros se ajustan a lo que dice la Escritura, que más que Palabra de Dios se asemejaría a un libro de complejos significados que tan solo unos pocos serían capaces de descifrar, pese a que nadie les haya ungido como profetas.

Mucha gente que piensa que vivimos en el tiempo inmediato al final, como en la última fase de un  videojuego o película de ciencia ficción, buscando en la biblia y en particular en el capítulo 13 de San Marcos, donde Jesús se refiere a la destrucción de Jerusalén y al fin de los tiempos, poco después de que sus discípulos expresaran su admiración ante la belleza del templo. 
Este pasaje es a la vez una llamada a no considerar nada como definitivo en este mundo, y refiere algunos ejemplos históricos en los que los acontecimientos, que nunca son ajenos a los designios de Dios, han echado abajo la seguridad de haber edificado un reino de Dios permanente en la tierra. Sucedió en el año 410, cuando los visigodos de Alarico saquearon Roma, un preludio de la caída definitiva del Imperio, pero que es algo inexplicable porque unos treinta años antes el cristianismo había pasado a ser la religión oficial romana. ¿Y qué pensar de 1348, el año de la Peste Negra? Es una época en la que la pandemia afecta a la mitad de la población, en que se inicia la Guerra de los Cien Años entre ingleses y franceses, y en el que la Cristiandad se desgarra con el traslado del papado a Aviñón y el posterior cisma de Occidente. ¿Dónde quedaron entonces las esperanzas puestas en la Cristiandad medieval? En la batalla de Hattin (1187) Saladino derrotó aplastantemente a los cruzados, y no les salvó el que hubiera llevado al combate desde Jerusalén la reliquia de la Vera Cruz.

El cristianismo es la religión del amor. El problema radica en que el amor de Dios, ofrecido gratuitamente hasta el extremo de la cruz, puede ser rechazado. Lo subrayó san Francisco de Asís en su entrevista con el sultán de Egipto en 1219: “El amor no es amado. El amor siempre es crucificado en este mundo”. Por eso la esencia del pecado, como bien señala el autor, es no dejarse amar por Dios. De ahí que la conversión no consista en adoptar una identidad cristiana sino la acogida del amor de Dios encarnado en Cristo. Con todo, una reacción muy frecuente es la de pedir a Jesús que se aparte de nosotros, del mismo modo que hicieron los gerasenos, ávidos de las ganancias derivadas de sus piaras de cerdos y que no valoraron la curación de un endemoniado (Mc 5, 1-20).

Frente a la mentalidad apocalíptica, es preciso leer el evangelio, si bien no es un manual de sabiduría que nos da consejos para afrontar las dificultades. Es la revelación del reino de Dios. Además, es una invitación a velar, a no alarmarse y a no tener miedo, pues en toda crisis “hay una victoria final del proyecto de Dios”. Tenemos que ver el reino de Dios dondequiera que se encuentre. No es, sin duda, una casualidad que, poco antes de su discurso sobre el final de los tiempos, Jesús haga un elogio de la viuda que da como limosna para el templo todo lo que tenía para vivir (Mc 12, 41-44).

Todos los tiempos son difíciles, pues la fe no es un lujo para tiempos de calma, ni tampoco es un tranquilizador deísmo. Podría decirse que siempre estamos al final de los tiempos, pero lo externo no es lo más importante. Para un cristiano lo importante es la actitud interior, pues de otro modo viviremos de forma permanente en inquietud, en una interminable espera en la que la imagen de Cristo, del Cristo del evangelio, irá quedando relegada a un plano a la vez formal y secundario.

Imagina ahora un mundo ateo, igual al que vivimos, donde Jesucristo sea un actor secundario, pero lleno de señales que indican que el apocalipsis se acerca y no tendrá ningún dios que sirva de sponsor.
Sin Dios, los humanos acabaremos con nosotros mismos sin excusa ni compasión, haciendo único caso a nuestra razón destructiva y autodestructiva.




Paseos al atardecer

Ahora, todas las tardes, salgo a caminar con Paola. Hacemos 10000 pasos por lo menos y procuramos que coincida con el atardecer. 

Ese tiempo que caminamos es para hablar. Hablamos de cualquier cosa y está bien. Caminar y conversar y ver el atardecer, está bien.

Pienso que eso mismo es lo que hace la gente mayor y luego pienso que ya soy mayor y que lo que hago es lo que hace la gente que es mayor como yo.

Paseo con Paola al atardecer y hablamos de cualquier cosa mientras vemos el atardecer y nos hacemos mayores.

Stories from the City, Stories from the Sea


Han pasado 24 años desde que compré este disco: "Stories from the City, Stories from the Sea" de PJ Harvey. Por entonces, todas las mañanas empezaban y acababan con este mismo disco. Había otros, hubo buenos discos entonces.
En el 2000 el formato era el CD y todavía se escuchaban los discos enteros. Los discos tenían sentido desde el principio hasta el final. Te convencían. Te sentabas a escuchar un disco. Disfrutabas de la escucha. Existía el momento de escuchar un disco y no hacer nada más.
Parece que ahora la música tiene otra función, la de ocupar tiempos entre esto y lo otro o el espacio de desplazamiento entre un sitio y otro, como si no soportásemos los tiempos y espacios muertos. Música para la permanente mirada a la pantalla de un teléfono móvil.
Entonces parecía que todo lo que pasaba era lo último, después no habría nada más. Era el fin. Vivía en el derrumbe. Parecía que el 2000 era el final de un montón de cosas, y en realidad así fue.
Pero en realidad no era el fin sino el principio del tiempo en el que vivimos ahora.

Matar al presidente


Podemos matar al presidente, solo es un hombre.

Podemos matar al presidente y prohibir el amanecer.

Jesucristo vino del cielo y  también lo matamos,

con facilidad.



Todo es nuevo Ahora


Otra vez inventando nuevos medios de supervivencia. Agotando sistemas económicos sin parar desde la adolescencia hasta ahora, y preguntándome cómo han hecho los demás, los que han perseverado en una misma cosa toda una vida y afianzando una posición estable. 

Yo no sé. Siempre he estado haciendo cosas y más cosas y ganando dinero pero siempre poco o no lo bastante, y con la sensación de que nada es suficiente. 

Ahora estoy pintando cuadros y los cuadros se venden, pero no se venden todos los que necesito y no siempre se pagan tan bien, y entonces sigo pintando, sin parar. Pinto miles de cuadros. Lo de miles no es una forma de hablar, porque pinto miles. Pinto de continuo 10 o más cuadros todas las semanas y vendo todos los que puedo, al precio que sea y luego los embalo y los facturo y los envío y luego sigo pintando sin parar. Una máquina de pintar que no para nunca. Si viajo, mi taller se traslada conmigo y sigo trabajando en una u otra casa, hotel, apartamento, terraza o en cualquier sitio donde pueda montar mi taller de viaje.

Si me preguntas que pintura es la mía. La mía es una pintura rápida y alimenticia. Mis mejores cuadros son los que pagan antes las facturas. No hablan de mí ni de la angustia existencial, ni reflexionan sobre la historia o el arte, son cuadros que llenan las paredes de los europeos de colores y motivos fáciles de combinar con un concepto de diseño de interior moderno. 

Hay cuadros míos repartidos por cientos de ciudades y cuadros que me compran y se revenden en galerías y subastas por tres o cuatro veces lo que me pagan, a veces más. Fantaseo con la idea de que mi empeño consiste en conquistar Europa, colocando un cuadro en cada casa de cada europeo.

Ahora todo está cambiando otra vez. Me pongo a ello, maniobro para encajar las cosas de nuevo. Me digo que todo es nuevo ahora y aunque soy consciente de repetir esto como una especie de mantra, cada vez soy mas viejo y mis palabras mas gastadas.

viernes, 19 de abril de 2024

La poesía es lo que escribo solo para mí

Miles de palabras que se acumulan tropezando unas con otras en mi teclado. muchas de ellas rectificadas por mi dislexia. Palabras que acompañan dibujos. Palabras que a veces dicen más que lo que cuentan.  

Yo no tengo propósito ninguno al escribir. Escribir para mí es como una jam sesion, una improvisación. 

Solo miro el teclado y dejo que mis manos intenten alcanzar la velocidad del pensamiento.

Tecleo sin saber donde voy y lo que quiero decir, simplemente escribo. Me acuerdo de Henry Miller y su flujo de pensamiento y sigo enlazando palabras en el teclado, como Burroughs o los surrealistas, o como cualquiera que no le importe quien le lea.

Escribo por y para mí. Nadie me lee y nadie me corrige.

Luego, siempre me pierdo. Miro la pantalla y leo lo escrito. Corrijo y estoy atento al ritmo. El ritmo es lo que más me importa. Intento que las palabras vayan al ritmo de mi corazón tensionado. 

Pienso que escribir es como caminar y que el ritmo de la escritura se debería acoplar al paso de mis derivas o paseos o caminatas o lo que sean.

Como luego no sé como llamar a esas cosas que escribo, decido que son poemas y que sirven para entender mis pasos al caminar.

Apellidos

Escucho que en los pueblos se hereda el nombre, el mote y la fama de los padres. Si naces en una mala familia, ya eres siempre malo: "Eres de los malos"

De igual manera al nacer serás rico o pobre o terrateniente o agricultor o de los que mandan o de los mandados. Según tus padres y abuelos y de la casa donde vivas. Si naces tonto pero rico serás rico pero tonto, pero si naces pobre y tonto serás tonto y pobre.

A veces la delincuencia se hereda.

Mucha gente emigra a las ciudades. En la ciudad la gente se reinventa porque puede ser lo que quiera, porque a nadie le importa quien es tu familia. 

El plástico te trascenderá

La carne se pudre mucho más rápido que el plástico. El día que mueras tus células se degradarán mucho más rápido que tus implantes. El plástico con el que vives ahora mismo será lo último en desaparecer de ti mismo. El plástico, el titanio o el oro te trascenderán. 


RockandRoll


Una vez dije que la gente que te enseña nueva y buena música es la gente a la que le importas. 
Ahora mismo pienso que solo le importo a Spotify.
1,2,3... RockandRoll
 

domingo, 7 de abril de 2024

Los puños de MazingerZ


Yo tenía la fuerza de los puños de Mazinger Z. Luego los vendí en Wallapop. Pedí mucho dinero por dos trozos de plástico que me pagaron sin regatear y en dos plazos. Luego envié mi fuerza por correos y dije adiós a mi infancia.