Estuvo toda la noche vendiendo ron. Vendiendo ron en el Hospital de Puerto Natales. Toda la noche vendiendo ron. Tenía la madre un almacén de ultramarinos cerca de la iglesia del Buen Pastor. La madre había muerto cuatro meses antes de que él ingresara al hospital. Aquella noche se lo pasó vendiendo ron. Había ingresado por cirrosis hepática. Su rostro era el mismo de antes cuando niño. Del cuello para abajo había cambiado. Era amarillo pato. En su abdomen una pelota de baloncesto. Las uñas de manos y pies eran de un amarillo pato furioso estridente. Decía: ¿Una o dos botellas? ¿Lo quiere con Coca o con Sprite? ¿De Cuba o de República Dominicana? ¿Es para regalar? Para usted se lo dejo a precio de oferta. Se lo envuelvo en papel madera. Es el ron que tomaba Fidel y Camilo Cienfuegos. Es un ron Zacapa Centenario, el mejor ron del mundo y para usted a un precio especial. Y así toda la noche. No dejó dormir a nadie de la sala de recuperación del hospital. Un infierno. Por la mañana explotó. Literalmente. Enchastró las paredes y ventanas de la sala con sangre. Viscosidades verdes y amarillas como bandera brasilera. El olor más nauseabundo del mundo. Uno de la sala no vomitó. Se vanagloriaba por ello. Espanto. Llegaron auxiliares y enfermeros. Lo retiraron. Personal de limpieza limpiaron. Luego llegué yo y ocupé su cama. Fue el veinticuatro de diciembre del 2011. Un minuto antes del pavo y el champagne.
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