viernes, 26 de noviembre de 2021

Si me conoces, dímelo

Si me conoces, por favor, dímelo. Porque si no me lo dices, no me doy ni cuenta y paso a tu lado sin saludar y casi sin mirar y no es que sea maleducado o soberbio o un borde de mierda. En realidad es que no me doy ni cuenta.  

Si no te saludo es porque no sé si te conozco y porque mi memoria es corta y porque no sé si soy o eres o a lo mejor hemos sido y ahora no sé de qué y no me acuerdo de ahora, ni de entonces y mucho menos cuanto más antes que cuanto más ahora.

De los noventa no me acuerdo ni de la mitad y ahora me encuentro con mucha gente que parece conocerme y que me habla con cierta intimidad y que me da mucho apuro preguntarles quienes son.

En las redes sociales me piden amistad. Tenemos la misma edad. Estudiamos en los mismos sitios. Compartimos contactos. Me escribes un "Hola Javier, que bueno volver a contactarte" o "cuanto tiempo" o cosas así. 

Yo digo "qué bien" o "qué tal todo" o lo que se me ocurra para no parecer maleducado. Pero en realidad no se muy bien con quien estoy hablando. Intento disimular mientras lo averiguo.

Camino por cualquier calle, siempre con mis auriculares, porque escucho música todo el tiempo y tengo cara de estar enfadado también todo el tiempo, pero en realidad solo aprieto mucho la mandíbula.

 Camino mucho. 

Es probable que nos crucemos en cualquier momento.

Así que, por favor, si me conoces, dímelo.

sábado, 13 de noviembre de 2021

La nueva fe



La inteligencia artificial es la nueva fe. Nuestra posición corporal, ensimismada, frente a cualquier pantalla, se asemeja a la del rezo frente al dios de muchas religiones. Mirar la pantalla es como rezar frente al nuevo dios. El dios de la pantalla que continuamente vierte datos frente a nosotros en los que desaparecemos en un éxtasis continuo de sobre-estimulación. Mirando la pantalla nos comunicamos con la nube, un lugar casi espiritual donde reside todo lo que somos transformado en datos y descargas. 

Lo real es raro


 

Pequeño


 

Mentir a los padres


 

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Consejos de escritura




 1. Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en Dios mismo.

2. Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

3. Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

4. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

5. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

6. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: “Desde el río soplaba el viento frío”, no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

7. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

8. Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

9. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

10. No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento


Horacio Quiroga


lunes, 8 de noviembre de 2021

Nacer es lo contrario a morir.


Naces y vives. 

Al principio no sabes que la gente muere. De niño vives ajeno a la muerte. La gente deja de estar pero no sabes que ha muerto. A ti no se te ocurre pensar en otra cosa diferente porque ni siquiera sabes lo que es morir. Cuando eres niño todo es tan reciente como tú y nada desaparece porque todo es presente.

Primero no se muere nadie y el tiempo pasa despacio.

Luego los que se mueren son siempre lejanos y son tus padres los que van a los funerales. Ves que tus padres van y vienen de los entierros, pero no parece que sufran tanto, solamente están serios y un poco tristes. El luto es algo lejano. Entiendes que la gente muere, pero piensas que eso de morir les pasa a los demás.

Pasa el tiempo y todo empieza a cambiar. Se muere un amigo y no sabes como reaccionar. Es raro. Un accidente. Tu amigo del colegio se muere en un accidente de coche cuando choca contra una farola. No entiendes que puedas morir contra una farola. Caminas y ves las farolas y no entiendes como te puedes matar contra ellas. Escribes en una sola hoja unas columnas de palabras para luego enterrarlas a los pies de una tumba. La tumba de tu amigo. Las palabras sobre tu amigo muerto. No debería haber pasado. Todo es extraño y la gente parece extraña desde que sabes que va a morir.

Luego sigues con tu vida negando la muerte como una anomalía. Algo a evitar.

Lo siguiente es la muerte de tu abuela. Es algo dramático, porque tu abuela es muy importante para ti y es la primera vez que tienes que pensar en la gente que se va y que quieres y que vive contigo y que de verdad desparece. Estás tocado. La realidad te supera. En realidad es la primera vez que realmente sientes propia la muerte de alguien y te queda muy claro que tu futuro va a ser el mismo y que cuando mueras serás el vacío de otro.

Luego se mueren los hermanos de tu padre, uno tras otro. Y ves como tu padre cambia el carácter poco a poco al ser el único que no ha muerto de una familia enorme de diez hermanos. Tu madre se siente triste al ver cómo el marido de su hermana desaparece. Sabes que ellos se ven viviendo en un tiempo de descuento, con cada vez menos capacidades, más problemas médicos y con más necesidad de ayuda.

No quieres pensar en lo siguiente, cuando la familia de la que vienes ya no esté y seas tú el más mayor de todos los tuyos. El camino no se desanda y el tiempo no se detiene.

sábado, 6 de noviembre de 2021

lo que debes saber para ser poeta

Para ser poeta tienes que saber todo lo que puedas sobre animales y personas. Los nombres de árboles y las flores y hierbas y los nombres de las estrellas y los planetas y la luna. Tienes que aprender palabras complicadas que sirvan para casi todo y que con solo nombrarlas abran la mente de tus lectores, y tienes que saber lo que es una metáfora y pensar de forma continua en fabricar metáforas. Para ser poeta tienes que ser sensible y poseer una mente observadora y ser elegante. Para ser poeta tienes que tener sueños lúcidos que no desaparezcan cuando abras los ojos en la mañana. 

A veces tendrás que besarle el culo al demonio o follarte a una bruja o a un ángel. Sufrir mucho más que los demás y explotar de alegría de vez en cuando. Cuando explotes de alegría, hazlo de verdad, para que todo el mundo se entere que eres un verdadero poeta y que sabes explotar de alegría igual que al momento siguiente te arrugas sobre ti mismo en un dolor insoportable. Los lectores aprecian tu desgarro y se sienten reconfortados en tu salvación.

Para ser poeta abróchate la bragueta. Busca una voz, tu voz, un tipo de voz, una voz propia. No olvides los signos de puntuación y recuerda que tu poema tiene que ser recitado. No dudes ni uses demasiados adverbios, la razón de los malos poetas reside en esas dudas. Evita darle al "Enter" como si dar espacios significase escribir versos. Si quieres decir algo, dilo en una misma frase, lo más concreto posible.

Y por último, recuerda que William Shakespeare, Charles Bukowski, Federico García Lorca, Gustavo Adolfo Bécquer y un montón de poetas más no quieren que escribas un solo puto poema de mierda más. No es necesario llenar el mundo de más basura intelectual como la tuya, por muy especial que pienses que eres.


Bruto es...


En un generador de insultos online escribo "Bruto es..." y luego copio las respuestas que menos se aproximan a la verdad sobre lo que "Bruto es...".  Cualquiera de las definiciones sobre lo que "Bruto es..." que vuelca el programa son mucho más interesantes que la realidad:

Bruto es más inspirador que una virgen vegana con una erección torcida.

Bruto es tan normal como un vendedor de seguros infectado con el sida con problemas paternales.

Bruto confunde como un marine espástico comiendo un sándwich de semen.

Bruto es tan popular como un político de break dance con tendencias violentas.

Bruto es atractivo como un profesor de primaria mormona con tetas de ángel.

Bruto es delicioso como un anoréxico pulcro-fanático con un tercer testículo.

Bruto es tan asombroso como una chica empapada de sangre que mordió más de lo que podía masticar.

Bruto es más divertido que un payaso de rodeo travestido con delirios de grandeza.

Bruto es más confuso que un albino cleptómano sin nada que perder.

Bruto es menos erótico que un cienciólogo drogadicto lubricado y a cuatro patas.

La imagen de la imagen



 "No somos más que imágenes de imágenes. La realidad, incluyéndonos a nosotros mismos, no es más que un velo delgado y frágil, más allá del cual ... no hay nada".

jueves, 4 de noviembre de 2021

Sobre la escritura


Lo que me dije fue: Claro que volveré a escribir, no es que quiera hacerlo, es que lo necesito. Y luego pasaron los días y los meses y no escribí nada. En realidad no lo necesitaba y además nadie necesitaba que yo lo hiciese. 

Escribir es algo que simplemente dejas de hacer.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Un atasco de coches bomba


En el rodaje


Debajo de casa siempre están de rodaje. Me levanto y la calle siempre está llena de gente que se dedica a reservar plazas de aparcamiento, tirar cable, encender focos o decir que "no pases" y que "no hagas ruido" solo "un momento" mientras ruedan una escena y luego otra y luego otra más. Así todos los días.

El "un momento" se repite cada vez que entras o sales de tu casa o vas y vienes del supermercado o de la panadería o de la oficina de correos. El "un momento" cuando vas o vienes de trabajar o simplemente sales a tirar la basura. A veces no puedes ni continuar una conversación telefónica porque ese "un momento" que te piden también implica que no hables, que acabes tu llamada, que no hagas ruido y que estés quieto.

El mundo se para. La realidad se detiene en favor de la ficción. Tú no tienes que hacer nada más que detenerte, esperar,  y estar en silencio mientras se filma una ficción.

La realidad no supera la ficción porque la ficción se impone. Netflix manda. Millones de personas mirando la televisión visionando maratones de series en cadena mandan.

Si tu casa o tu calle se convierten en un plató de cine, estás jodido. Porque ahora no se rueda una escena para una película de 90 minutos sino que se ruedan series interminables que tardan meses en irse de debajo de tu casa. Tu casa y tu calle se convierten en un escenario donde sin querer formas parte de un decorado.

El rodaje cinematográfico es egoísta y no respeta los espacios públicos como ajenos, sino que se apropia de forma invasiva de lo que se señala como una localización. Y en ese momento dejas de vivir en tu calle para empezar a vivir en una localización.

Vivo encima del bar de la lotería de navidad del año 2014. Ese bar donde el dueño-camarero le guardaba el décimo al pobre hombre que todos los días se tomaba el café pero no quería dejar veinte euros para un décimo. Ese anuncio hizo llorar a un montón de gente en este país y el bar se hizo famoso. 

El dueño, el de verdad, murió en medio de la pandemia por coronavirus y el bar nunca cerró porque mientras Hernán, el dueño de verdad, no el del anuncio, el de verdad, moría asfixiado en el Hospital 12 de Octubre, en el bar estaban de rodaje. 

A nadie le importó. El cine es una industria que pasa por encima de todo este tipo de accidentes. Si vas a rodar a una casa donde el dueño se muere, pero la casa sigue en pié, el rodaje no se para, porque lo que importa es la localización.

Los rodajes son incómodos y contaminantes. El impacto en la localización donde se rueda casi siempre es negativo y no beneficia a los vecinos, ni a los negocios locales, ni mejora el barrio de ninguna manera. Por eso no hay rodajes en barrios bien.

Reservar plazas de aparcamiento en Madrid sale a céntimos el día. Y el paso siguiente a esta reserva es adueñarse de la calle. Nadie es dueño de una calle, pero el rodaje presume de haberlo pagado. 

Las productoras se han dado cuenta que es más fácil dar por culo en un barrio de mierda como Villaverde que dar por culo en el centro de Madrid. A partir de este momento una productora tras otra han entendido que venir a rodar debajo de mi casa es mucha mejor opción que tener que discutir si se puede o no parar una calle, del centro de Madrid, a voluntad. Tal vez porque es mas fácil no discutir con los pobres.

Aquí, debajo de casa no se andan con disimulos, paran a la gente, paran el tráfico, enchufan los focos en los balcones de gente mayor que no entiende nada de lo que está pasando y hacen de las calles una trampa para la gente con problemas de movilidad. Aquí no se tiene que pedir disculpas. Se comprende que en un barrio pobre la gente tiene que aguantar, porque saben aguantar y así lo han hecho siempre.

Un día cualquiera, de camino a casa, voy hablando por teléfono y de pronto me cruzo con José Coronado entrando, pistola en mano, en el bar de abajo de casa. En ese momento pienso en lo absurdo de ir hablando por teléfono y cruzarte con Coronado entrando a pistola en el bar de abajo de tu casa. Dices: ¡Qué ridículo todo esto! Espero que en pantalla esto tenga alguna credibilidad, porque parece un chiste.

Otro día un cordón policial y otro un coche derrapando. Hace gracia porque los cordones policiales no son así y los coches tampoco hacen esos derrapes cuando salen de un atraco. El mundo que retratan es totalmente irreal. Gente que no sabe nada de lo que pasa en los extrarradios haciendo retratos de delincuentes imaginados. 

Realizadores mediocres que fabrican nuevos kistch de un Lumpen madrileño de extraradio totalmente irreal. Un imaginario basado en la narrativa de Martin Scorsese y que no entiende que Vallecas o Villaverde o Carabanchel no son un suburbio de Nueva York.  Mucho atrezzo, mucho maquillaje y mucha estupidez. 

Menuda panda de gilipollas esta generación de realizadores españoles promocionados vía Telecinco y TVE a través de series como "Al salir de clase", "Cuéntame" o similares. El que está debajo de mi casa le conocí hace más de veinte años, bastante más, en la prehistoria. Fui su ayudante de dirección en una campaña del cambio de moneda de peseta a euro. Espero que haya cambiado porque por entonces trataba al equipo como a la mierda, y el conflicto que tuve con él es por que pretendía que yo fuese su perro ladrador. Le mandé a la mierda y el rodaje casi no termina porque todo fue un desastre de egos hinchados.

Ahora me lo cruzo cuando salgo a tirar la basura y no me reconoce. Soy educado y si me piden que espere un momento digo: Claro, espero, no pasa nada.

He conocido a varios de estos realizadores trabajando para ellos. Hay otro que  ¿Cómo se llama éste? Ah, Sí, ya me acuerdo... Fernando G.M. Me dejó a deber 2500 euros y me amenazó a través de sus vasallos con un "Tú tienes más que perder si te pones a reclamarme lo que te debo".

Luego he visto a toda esta gente haciéndose la foto por cualquier causa de éstas en las que no creen, pero que dicen que sí, que creen. Porque si son de cine tienen que creer en causas, pero ajenas, lejos, que no les salpique. Pagar al que te hace un trabajo en tu casa, NO, a mí mejor no me pagues, casi mejor me amenazas con hundirme para siempre. Pero decir en TV que está muy mal que se abuse de cualquier otro, Sí, eso Sí, porque como realizador cinematográfico hay que estar comprometido. Pero así como que no sean causas de cerca, sino de lejos, que son más fáciles de defender. 

Así es esta gente del cine. La que dirige películas y series en barrios como el mío, que les parecen auténticos porque son los barrios donde nunca vivirían.

Desde entonces y hasta ahora, salgo a la calle y un día me encuentro a Coronado corriendo y dando voces con una pistola en la mano mientras entra en el bar de abajo. O me levanto y han montado un cordón policial alrededor de mi portal. Otras veces, salgo a sacar la basura y me dicen que si no llevo mascarilla puedo circular como un extra cualquiera mientras ruedan la escena, porque en la ficción no hay gente con mascarillas.

Es curioso que el covid se ignore por completo en la ficción. 

No les viene bien.