Escribir es una forma de pensamiento, igual que dibujar es una forma de pensamiento. Sin embargo la sociedad no tolera que no sepas escribir, ¿cómo es posible que alguien no sepa escribir? Una sociedad que no sabe escribir es una sociedad atrasada y analfabeta que no puede progresar. La palabra articula el pensamiento y nos capacita para resolver los problemas del mundo.
Sin embargo, nadie se sonroja cuando dice "Yo no sé dibujar". A la gente se le anima desde pequeños a que dejen de dibujar. Es como decirles: No pienses de esta manera, con dibujos, con imágenes, lo que tienes que hacer es pensar con palabras. Dibujar es infantil y tonto. Quien dibuja no vale para las cosas importantes.
Es en el mundo de las palabras donde está el poder y donde se redactan las leyes, porque las palabras también sirven para obedecer. Dios es la palabra, la ley es la palabra, la ideología son muchas veces las palabras y la palabra es la que explica imagen.
Aprende a leer y entretente leyendo novelas románticas o de aventuras, lee las noticias, la quiniela o el horóscopo, pero sobre todo aprende a leer, porque si aprendes a leer, aprenderás la ley del hombre y la ley de dios. Todo está escrito y lo que está escrito es la verdad. El pensamiento se articula en palabras y esas palabras te ordenan el pensamiento. La palabra te educa y te da la instrucción. La gente aprende a obedecer a la palabra, porque la palabra es la verdad.
Cualquier imagen puede ser refutada por la palabra. La palabra es el valor. Por evidente que sea una imagen, el relato decide el significado de casi cualquier cosa.
En el mundo que vivimos, tener la capacidad de dibujar te permite cuestionarlo todo, desafiar la autoridad, ser crítico. De esta manera, el que dibuja es alguien, como poco, sospechoso.
El discurso de los medios no se lleva bien con las artes y sus prácticas.
En los medios se tiende a ridiculizar el valor de las artes y se cuestiona en términos económicos, buscando en el absurdo capitalista el valor de cualquier obra: Un plátano en la pared que cuesta varios millones de dolares y demuestra lo rídiculo de la práctica artística. Lo que no se cuestiona es toda la palabrería vacía que es necesaria para vender esa mierda a cualquier millonario. Porque en realidad la obra no vale esos millones, los millones se pagan por todas las palabras que sirven para convencer a un millonario para que se coma el puto plátano pegado a la pared por un artista contemporaneo.
Porque en la palabra se crean verdades absolutas a las que obedecer. Pero si piensas con imágenes la cosa se complica.
El dibujo es pensamiento y te hace pensar a tu manera. No se puede dibujar como otro. Se dibuja como uno es. Al contrario que la palabra que nos iguala, el dibujo nos diferencia. De esta manera el dibujo es transgresor y peligroso y cuestiona casi cualquier cosa, porque separa de la realidad cada pensamiento.
Lo pienso, lo dibujo. Lo que dibujo, lo aprendo. lo que aprendo, lo hago mío. Dibujo y soy yo en cada uno de mis dibujos.
Eso es el arte.
Eso son las matemáticas.
Eso es cualquier otra forma de pensar.
Vivimos en un relato.
Podrían ser números y podrían ser imágenes.
Pero son palabras.
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