El mundo cultural me produce, en general, una suerte de desconfianza. Creo que sus desafíos son finalmente menores. Me aburre. Sus disculpas son mayores, su autoperdón, permanente, su refugio en una superioridad que no está en ninguna parte, su autoconsiderarse conciencia, cuando no son conciencia de nada. En el fondo, esto de suplantar el fracaso con discursos, que es lo más humano que hay, al mismo tiempo es irritante.
Fragmento de Un mar de piedras.
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