domingo, 30 de noviembre de 2014

Necesito dormir


La tristeza es como la necesidad de dormir. Tanto si piensas en ello o no, siempre llega. Donde quiera que  estés, da igual lo que estés haciendo, tarde o temprano lo sientes. Puedes estar en casa o en el trabajo o simplemente jugando en la arena con tu hijo, en la biblioteca buscando poetas rusos, cruzando el puente de la estación de tren de cercanías. Tambaleándote hacia el baño a media noche. Bajando las escaleras del metro en la estación de Tribunal. Oliendo el hedor a moho en un sótano de Malasaña. Buscando un billete de al menos 20 euros en le bolsillo para pagar una compra rápida en el chino de enfrente de casa. Viendo un concierto de "El Columpio" en el ocho y medio. Bebiendo con los amigos Vodka de estonia en el bar de los rusos mientras ves al Real Madrid jugando la liga. Escuchando canciones de grupos desaparecidos en spotify. Mirando el cielo gris y lluvioso en Madrid en el otoño del año 14 de la segunda década del siglo XXI. Leyendo. Dibujando. Pintando. A veces escribiendo. Muchas veces bebiendo. Pensando en lo fácil que era todo cuando fumaba. Todavía mas fácil cuando me drogaba. Conduciendo, siempre conduciendo. Despertando junto a la mujer a la que amo. La mujer que me ama. Pensando en las mujeres que tal vez me amaron y a las que yo no llegué a entender. Al final, aunque no lo quiera, llega la tristeza, igual que la necesidad de dormir. 

Tengo eyaculación precoz cuando llega el otoño


No sé agradar. Cuento historias repetidas de una noche en Lombardía. No sé trepar por los agujeros del poder político, sentimental, oportunista y ditirámbico. No sé callarme cuando debo callarme ni hablar cuando debo no hablar. Vivo a contrapelo de las formalidades y las buenas costumbres. Hago gestos de espanto cuando acaricio a un bebé. Muero de risa en los funerales. Tengo eyaculación precoz cuando llega el otoño. Sonrío cuando un volcán arrasa una ciudad. Me da igual toda la mierda de las capitales. Paso por tonto porque soy tonto. Sé que debo ser ignorado igual que ustedes. Ustedes igual que yo nunca sirvieron para nada. Y en eso somos iguales. Somos hijos de un buen o mal polvo. Una gota de nada en el Océano del olvido. Luego te llegará el aviso que debes actualizar tu programa. Pero ya es tarde. Un payaso te conduce a la cueva de donde nunca debiste salir. Al final del túnel compruebas que nunca el túnel tuvo final. Y que la mejor de las posibilidades es no haber nacido. Morir es un acto reparatorio y nacer es un acto fortuito. Ya es tarde. Mañana me levantaré y me odiaré. Por la noche buscaré una nueva víctima y sé que esa nueva víctima seré yo.

...

Lo que hay que decir


Era verano, cuando mirábamos hacia el sol, sin olvidar ni por un instante que la vida no es mas que un mero punto de reacción nuclear que nos calienta fragilmente. Tal vez, lo más noble y heroico hubiese sido que madres e hijos, hermanos y hermanas y padres y primos y sobrinos y parientes cercanos y lejanos y nosotros mismos. Todos. Todos nosotros, no nos matásemos entre nosotros. Todos contra todos. Todos. Haciendo lo que siempre hemos hecho: Matarnos. En vez de esto nos sentimos valientes para afrontar la vida misma cada mañana como ese punto frágil que nos calienta de forma tibia y no por mucho tiempo.
Luego acabó el verano.
¿Qué se puede decir? Nadie es imprescindible.
Ahora eres un viejo y tus hijos ocupan el lugar de tus ausencias.
1ª Ausencia. Él descubre , una noche en la bañera , que los pelos están creciendo en sus frutos secos , y en las piernas y debajo de sus axilas. Pero ¿cómo puede decir a nadie nada sobre esto?
2ª Ausencia. Él descubre , un día en la escuela, que en otra clase es una niña, que ... y que esa chica ... y que cuando ella ... Pero ¿cómo puede decir a nadie nada sobre esto?
3ª Ausencia. Ella descubre , una mañana delante del espejo , que es la copia de su padre, es lo mismo que su padre, idéntica. Se pregunta si su padre pensará también de la misma manera. ... Pero ¿cómo puede decir a nadie nada sobre esto?
Una noche en la cama , mientras miro al techo , sin poder dormir, pienso que - Maldita sea - Todos mis amigos están muertos... Pero ¿cómo puedo decir a nadie nada sobre esto? ¿ Cómo puedo decir a nadie que soy un hombre que cree en el amor, o un padre, o  mortal, o alguien que en los momentos mas importantes en la vida, desaparece en silencio?
Y que al igual que usted,
Dice lo que hay que decir .

PALPITACIONES



Mi tía Louise se suscribía a Photoplay,
Escribía cartas a los artistas y tenía
Un libro en que coleccionaba sus fotos.
Lo hizo por tanto tiempo, que empezó a
alucinar. Es pura mentira, decía mi papá,
pero yo le creía a mi tía Louise que
el estrella de cine Richard Egan se había
enamorado apasionadamente de ella,
viajaba desde Hollywood hasta Colton,
California, para reunirse con ella los
sábados por las tardes en el puesto de chili dogs
en el boulevard Mt. Vernon. Sólo deseaba tomarla
de la mano, nada más, le juraba mi tía de 16 años
a su papá, un tejano ferrocarrilero de ideas extremosas,
que sacaba la pistola, la limpiaba, la cargaba
y trataba de sorprender al Richard Egan en
el puesto de chili dogs en el acto con su pequeña.
Pero siempre llegó tarde, Richard Egan acababa
de alejarse, unos momentos antes, de regreso
a Los Angeles, en su Coupe de Ville rojo del 54.
Un día de estos, un día de estos, decía mi abuelito,
voy a agarrar a ese hijo de perra, y mi papá decía,
carajo, todos están locos, y salía de la casa a crujir
los dientes. Después, camino a nuestra casa en Long Beach,
mi papá decía que si Louise fuera su hija
aunque tuviera 16, se quitaría el cinturón y le metería un poco
de sentido a nalgadas, y yo sabía que sí lo haría,
así que nunca le dije cuando Robert Wagner empezó a
asomarse por la ventana de mi recámara en las noches
de luna llena.
...

joan jobe smith

No se hable más


Está sucediendo de nuevo. Yo no me siento del todo bien y no sé como mejorar la situación. Todas las canciones suenan a lamento y el café sustituye cualquier comida. Me siento aliviado al cancelar mis citas. Dejo de hacer planes. Me pregunto ¿Para qué levantarme de la cama? Si voy a estar de vuelta esta noche de todos modos.

Enciendo el ordenador y busco mi lista de "cosas que hacer" y añado lo que estoy mirando por la ventana en el trabajo. Borro el resto de la lista. Pulso el botón de apagar, pero el ordenador no se apaga. Escucho la música. Es triste la música. No me siento bien y no sé cómo apagarlo. Intento parecer concentrado para que nadie se preocupe y sin embargo creo que si lo supiesen, tampoco se preocuparían.

Miro el cuestionario que dejaron la semana pasada sobre mi mesa. Lo abro y leo las preguntas.

1. ¿Fuma? Y si es así, ¿qué marca?
2. ¿Se considera una persona introvertida o extrovertida?
3. ¿Cuando fue la última vez que se sintió realmente feliz y por qué?
5. ¿Cómo es su relación con su familia?
6. ¿Si pudiera estar en cualquier parte ahora, donde sería?
7. ¿Qué han hecho por usted, o dicho de usted?
8. ¿Qué ha hecho por alguien, o dicho de alguien?
9. ¿Dónde se siente como en casa?
10. ¿Se considera un buen ser humano?
11. ¿Café o té?
12. ¿Cree que usted se está esforzando para mejorar el mundo?
13. ¿Consume pornografía habitualmente?
14. ¿Puede usted dormir bien por sí msmo?
15. ¿Es usted la misma persona que era hace 7 años?
16. ¿Hay algo en su vida de lo que se arrepiente?
17. ¿Cree en el poder de las estrellas?
18. ¿Le gusta el silencio o bullicio?
19. ¿Alguna vez ha dicho a alguien que lo ama a pesar de no hacerlo?
20. ¿Le agrada su trabajo en esta empresa?

No me siento bien y no sé cómo apagarlo. No encuentro la manera de contestar a ninguna de las preguntas. Digo que SÍ y ya está.

...

Los Enemigos - No se hable más


The Penrose triangle


No eres nada, nichts, nada, niente. No eres nadie. Pareces ser alguien porque lo finges. Eres lo que dices que eres, según lo que quieres que piensen. O eres lo que haces parecer, según te interesa. No se puede creer lo que se "quiere" creer. Se puede caminar por las calles y pensar: "Soy rico", y hacerlo de manera que la gente pueda incluso llegar a pensar que eres rico, pero al final, eso nunca te hará convertirte en un millonario. Solo parecerlo. Aunque es verdad que a veces parecer una cosa, es lo mismo que serlo.

EL ORO DEL PLANETA

No puede ser verdad.

Algo tiene que estar fallando.

No puede ser verdad

que todos los demás escritores

estén hablando en la radio

sonriendo ante las cámaras de televisión

ocupando las portadas

de las revistas de cotilleos del gremio

con declaraciones como «Reconozco que soy

un poco impertinente»

sentenciando en tertulias y cenáculos

sobre el cambio de sexo de los ángeles

las costumbres trashumantes en Mongolia

el anunciado fin del terrorismo o de la historia

el enigma extraterrestre de las pirámides

el papel de la mujer en la sociedad

las próximas elecciones presidenciales

los nacimientos

el integrismo islámico

las novedades literarias

gastronómicas

indumentarias

de este otoño-invierno

la pornografía

la pedofilia

la menopausia masculina

la violencia en los medios de locomoción

los negocios del fútbol

la libertad de prensa

el control de la natalidad

los medios de comunicación en el 2050

el código deontológico de los paparazzis

el alcoholismo juvenil

la legalización de la droga

el aborto

la sucesión del Papa

el mito de la cultura

las penúltimas masacres en Argelia

la cotización del dólar

o la caída del marxismo

y yo esté aquí

encerrado entre las cuatro paredes

de mi pánico

y mi locura

haciéndome pajas mentales

con Séneca o Buda o Krishnamurti

o Jesucristo o el mismísimo coñamen

de la ínclita bernarda

en busca

de algún maldito amago de respuesta

que aun en el caso de poder encontrar

no me creería

ni yo.

Algo tiene que estar fallando

porque sencillamente

no puede ser verdad.

Pero si después de todo

resulta que lo es,

me queda al menos

un consuelo:

no me cambiaría

por ellos

ni por todo

el oro

del planeta.

...

Roger Wolfe


(De Cinco años de cama, inédito)

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL INSERSO


Los veía algunas veces en la plaza
que hay al lado de mi casa. Ella andaba
por los setenta y cinco; él debía de andar
más cerca de los ochenta que otra cosa.
(Usaba gafas y solía llevar boina;
tenía una cara afilada y blanca
que me recordaba las últimas fotos
del poeta Jorge Guillén.)
Se reunían en uno de los bancos,
entre la fauna habitual de pensionistas,
yonquis buscándose la vida,
marujas con los pies hinchados
y parados de larga duración.
A ella ya la recordaba
de haberla visto recostada
contra el tronco de un árbol una tarde,
con la falda subida hasta las caderas
y las piernas abiertas, regando las baldosas
con plácidos chorros de orín
que amarilleaban a la luz del sol,
sin que nadie se inmutara.
(Puedo asegurar que en esa plaza
la realidad supera a la ficción.)
El modus operandi del abuelo consistía
en deslizar una huesuda zarpa
entre los botones del vestido de la anciana
y masturbarla con aire ausente y circunspecto,
mirando a un lado y otro para asegurarse
de que nadie los veía. De vez en cuando,
cuando su excitación le superaba,
se inclinaba y aumentaba el ritmo con la diestra
mientras masajeaba con la izquierda
uno de los pechos de su compañera.
La vieja alzaba los ojos, boquiabierta,
sin que pareciera mirar a ninguna par
ni estar sintiendo nada especial,
y hacía muecas que quizá quisiesen dar a entender
la zafiedad de su masturbador.
Hay escenas fuertes —guerras, crímenes,
ejecuciones, imágenes de tortura o brutalidad—
que se supone que se te quedan grabadas
para siempre; y sin embargo
no creo haber visto nada tan exactamente fuerte
como aquello. Me hacía sentir una asquerosa
mezcla de repugnancia y atracción malsana,
un escalofrío realmente difícil de explicar.
Como digo, hace ya tiempo
que no los veo. Quizá se hayan marchado
en busca de climas más propicios para el amor.
Tal vez sigan con sus juegos amatorios
en el oscuro rincón de algún asilo.
Aunque puede que acabaran discutiendo:
la última vez que los vi, eran tres.
Se les había añadido otra anciana
y Guillén tenía que hacer serios esfuerzos
para coordinar la paja simultánea
y mantener además la vigilancia.
De pronto, su consorte original
se levantó del banco
y se alejó —rascándose entre las piernas
para luego olisquearse el dedo—
recriminándole algo en voz alta
al senil donjuán.
Guillén acabó
la sesión frustrada de esa tarde con la carabina
y desde entonces no los he vuelto a ver.
Algo me dice
que los voy a extrañar;

...
Roger Wolfe
(De Cinco años de cama, inédito)

sábado, 22 de noviembre de 2014

Jane`s Addiction. "Ritual de lo habitual"


1990 




"Stop!" -- 4:14

"No One's Leaving" -- 3:01
"Ain't No Right" -- 3:34
"Obvious" -- 5:55
"Been Caught Stealing" -- 3:34
"Three Days" -- 10:48
"Then She Did..." -- 8:18
"Of Course" -- 7:02
"Classic Girl" -- 5:07

viernes, 21 de noviembre de 2014

La chica del tiempo


La poesía es como un informe meteorológico. Cuanto mas exacta sea la predicción de un día hermoso, más feliz estamos. Cuanto mas exacta es la descripción de un día oscuro, más tristes. Nos hace pensar en el futuro, en el Miércoles o el Jueves, cuando cambie el tiempo y salga el sol y podamos ser felices de nuevo. Siempre hay una chica bonita dando el informe del tiempo que, sonriendo, pone rostro a la esperanza de un futuro mejor.

jueves, 20 de noviembre de 2014

La Horrible


...Contador en un Banco, aviador, dentista, cónsul, cura, profesor de secundaria, carpintero, astrónomo, caricaturista, explorador, administrador de un hotel, joyero... Supiera música, medicina, química, farmacia, aritmética, botánica, lenguas antiguas o muertas, lenguas modernas o vivas, instrucción militar, filosofía, bridge, box, filatelia, relojería, historia.
Me llamara Gertrudis Balmore, Eustaquio Rivera, Asunción Carlet, Remigio Balsa, Máximo Silva, Refugio Grados, Ramón Reyes, Roberto Villanueva, José Gálvez, Eleuterio Saldarriaga, Walter Casas, Pedro de Odar, Pablo Ayala, Alberto Alegría, Óscar Ferrecho, Arístides Rocha, Zenón del Valle, Ernesto Comar, Felipe Cossío, Cornelio Cañares, Aquiles Rendón, Eulogio Velasco, Lucinda Cavero, Herlinda Treviño, Consuelo Carpio, Rosa Argandoña, Clotilde Beleñol, Genaro Caldero...
Tuviera trenes, aviones, conejos, palomas, perros, oficinas, jardines, libros, casas, papeles, perfumes, amigos, bocinas, mesas, hilos, macetas, zapatos, muletas, abrigos, corbatas, perlas, diamantes, lechugas, anteojos...
Fuera a Francia, Andalucía, Taxco, Arequipa, Londres, Maracay, Panamá, Santiago del Estero, Honduras, Coquimbo, Chillán, Tacuba, La Paz, Popotla, Barranco, Barranquilla, Quito, Asunción, Caracas, Bogotá, Tegucigalpa, Manila...
O quisiera correr, nadar, saltar, comer, oír, llorar, viajar, perder, oler, callar, ver, saber, tener, poder, ocultar, pensar, tejer, bailar, cazar, estornudar...
Siempre podría, querría, cabría, necesitaría, sabría, estaría, trataría, desearía...
Te diría buenas noches, buenas tardes, buenos días, cómo estás, adónde vas, cuál es, quién es, qué, por qué, no sé, tal vez, jamás, me dices, te vas, cómo es, se fue, volvió, nació, no sabe, responde, vuelve, sube, baja...
Y lloraría, y volvería, y me vestiría, y comería, y volaría, y rodaría...
Porque es difícil viajar, llorar, comer, correr, cantar, saltar, esconder, amar, pensar, robar, bajar, penar, estar, matar, creer, oír, domar, perder, poder, pastar, pintar, viajar...

Cesar Moro
Lima la horrible, 24 de julio o agosto de 1949

Cuando se muere un hombre


Cuando se muere un hombre no cambia nada. Un golpe de aire pasa de la ventana de la cocina a la ventana del dormitorio y la puerta de la entrada se cierra de golpe. Los coches se mueven contagiando de atascos los ramales de circunvalación. Las nubes se extienden copando el cielo en amenaza de tormenta. Un gato se lava la cara. La calle está llena. Alguien termina su jornada de trabajo y cierra la puerta de la oficina. Una madre lleva a su hija a casa, después de recogerla de la guardería. Compra galletas por el camino. Su hija sonríe. El autobús gira a la izquierda. Un ascensor desciende. Quedan granos de azúcar sobre la mesa de la cafetería. Un hombre compra una bombilla en la ferretería de su barrio, paga y dice gracias para despedirse. Un taxista polaco espera en un paso a nivel mientras escucha la radio y jura en su propio idioma que nunca mas le será infiel a su mujer. El cielo a esta hora ya se ha vuelto gris como el cemento. El asfalto está mojado. Una anciana descalza se sienta delante del televisor, en el sofá de su casa. La gente anda con prisas cerca de las bocas de metro. Un ordenador zumba demasiado fuerte porque su ventilador está a punto de reventar. Cuando se muere un hombre todo sigue igual. No podía ser de otra manera. Cuando se muere un hombre no cambia nada.

No son tres, son cuatro


Las gemelas estaban todavía donde las dejé, bebiendo el whisky a la derecha del  sofá. Por la forma en que me miraban, cuando regresé de la habitación, me di cuenta que andaban nerviosas por mi culpa. Yo estaba en un conflicto interno. Ellas esperaban materializar el dinero que me habían prestado para llamar a FRESCO, mi amigo el camello, y acabar con la ansiedad. Porque era ansiedad, se palpaba según avanzaba la noche y ahora eran las cuatro de la mañana. Y solo faltaba la visita de FRESCO, pagarle y yo  podría hacer un trío con ellas dos. Pero no antes. Primero, el jodido FRESCO tenía que hacer el favor de aparecer por el apartamento. Eran muy hermosas, y yo me sentía culpable. Pura sabiduría ZEN  haciendo eco en mi cabeza: "Nunca dejes pasar coño libre". Pero el telefonillo no sonaba y yo no podía abrir la puerta al paraíso. Así que llamo de nuevo desde la cocina y las sonrío manteniendo el gesto a través del reflejo de la ventana. Ellas lo saben. Estas perras saben lo jodidamente feo que  se esta poniendo esto. Querían mi magia para que pudieran encontrarse a sí mismas más tarde, cuando nos drogásemos y follásemos hasta el amanecer y luego siguiésemos drogándonos de día, y abrazados pudiésemos dormir en una comunión rosada .

Le mando una foto de las gemelas a FRESCO y le escribo diciéndole que si tarda menos de 10 minutos en aparecer en mi apartamento con los 120 euros de cocaína, puede elegir a la gemela que quiera follarse a los cinco minutos de saludarme.

No tarda ni un minuto en sonar mi teléfono. Descuelgo y digo:

-¿Hola?
- Yo digo sí.- Dice FRESCO.
- OK, tienes 10 minutos.- Digo Yo

martes, 18 de noviembre de 2014

El día que tu y yo fuimos delicados

AFFAIR
de kim Addonizio
¡Dios!, qué sexual que es abrir una cerveza cuando habías jurado que no ibas a beber esta noche, tomar ese primer trago profundo, ver la espuma retroceder dentro del largo cuello de ámbar en la botella de Pacífico mientras te acomodas en la barra, el derramamiento en la cabeza que te obliga a doblarte para pegar tu boca contra el frío labio y beber, porque tú lo que eres es una bebedora, ¿no es cierto?—tal vez no una lujuriosa, no una alcohólica, al menos no todavía, pero la mayor parte de las noches tú no quieres un vaso con algo, no necesitas el gesto de alcanzarlo, levantarlo en lo alto, tragar y saborear la dulzura, o la quemadura, pues sabes que te vas a entregar a él como una amante, sin importar si él llena o no el globo goteante de tu corazón— ¿Ya no crees en intentar llenarlo, sin importar las probabilidades?, ¿no crees que aún pueda suceder? ¿No eres tú ese tipo de mujer?