No sé agradar. Cuento historias repetidas de una noche en Lombardía. No sé trepar por los agujeros del poder político, sentimental, oportunista y ditirámbico. No sé callarme cuando debo callarme ni hablar cuando debo no hablar. Vivo a contrapelo de las formalidades y las buenas costumbres. Hago gestos de espanto cuando acaricio a un bebé. Muero de risa en los funerales. Tengo eyaculación precoz cuando llega el otoño. Sonrío cuando un volcán arrasa una ciudad. Me da igual toda la mierda de las capitales. Paso por tonto porque soy tonto. Sé que debo ser ignorado igual que ustedes. Ustedes igual que yo nunca sirvieron para nada. Y en eso somos iguales. Somos hijos de un buen o mal polvo. Una gota de nada en el Océano del olvido. Luego te llegará el aviso que debes actualizar tu programa. Pero ya es tarde. Un payaso te conduce a la cueva de donde nunca debiste salir. Al final del túnel compruebas que nunca el túnel tuvo final. Y que la mejor de las posibilidades es no haber nacido. Morir es un acto reparatorio y nacer es un acto fortuito. Ya es tarde. Mañana me levantaré y me odiaré. Por la noche buscaré una nueva víctima y sé que esa nueva víctima seré yo.
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