sábado, 31 de agosto de 2024

Sex pistols


La conocí en algo que en jerga policial se llama procedimiento. Pero no fue un procedimiento cualquiera. Fue exactamente como en un poema de Ernesto Cardenal. Vi por la Tv en directo, en mi sillón favorito, el inicio de la operación. Vi cómo salían los carros de la PFI (Policía Federal Investigativa), las sirenas, las luces de los carros, los policías sacando sus armas por las ventanillas. Hasta que llegaron a mi casa. Todo en vivo y en directo. En mi sillón favorito. Entraron derribando la puerta, dando patadas. Estaba rodeado. El grupo era encabezado por una fiscal. Una mujer sin importancia, frágil y enérgica. Lo de frágil es un decir. Una mujer con pistola nunca es frágil. Sin pistola tampoco. Fue así como conocí a Janet. De la peor manera posible. Janet, la fiscal. Mi vecina, la Pilarica, fue con el cuento al departamento policial. Narcotraficante. Rompieron todo lo que tenían que romper. La Tv seguía filmando. Orden amplia de investigar. En verdad que estaba tranquilo, nada tenía que temer. Que ocultar. No encontrarían nada. Me despreocupé. Comencé a fijarme en Janet. Unas piernas que llegaban hasta el cielo, una boca estilo Linda Lovelace, un culo de los mil demonios desatados. Daba órdenes precisas: en la nevera, segundo piso, galpón, abrir todas las latas de café, el patio, entretecho, cada libro, la huerta, bajo la casa, arriba de la casa, bajo el colchón de la abuela. No encontrarían nada. No encontraron nada, absolutamente nada. Alertado por Néstor, un amigo policía corrupto, trasladé todo el alijo que tenía a la casa de Fabián. La Tv dejó de filmar. La policía dejó de trajinar. La fiscal dejó de dar órdenes. Veo que repara en unos poemas que había escrito durante mi estancia en Barcelona, tal vez buscando quizá qué pista. Fue lo que pensé. Luego se fueron, se excusaron, se fueron. Dijeron que ellos pagarían el estropicio. Al día siguiente me llama la fiscal. Quería hablar sobre mis poemas. No hay problemas. Cuando quieras, la tuteé. Qué te parece mañana, no hay problemas, le dije, desde hace un tiempo a esta parte, tengo esa muletilla, no hay problemas, debo tener más de alguno, supongo. Qué tomas le pregunto. Lo que tomes tú, dice Janet. ¿Te gusta Sex Pistols? Dale. Quiero presentarme dice: me llamo Janet, tengo 27 años, Libra, romántica y liberal. De repente pienso que la fiscal es una mujer, eso me calentó. Me puso a cien. Me dijo que le encantaba la poesía, que su padre era poeta, que era un poeta muy reconocido en Rancagua. Me dio el nombre del padre, la verdad que no lo conocía. No lo conocía para nada. Pasa que en Chile, pateas una piedra y 100 poetas pegan un alarido. Me dice que le había sorprendido, que mi poesía la había sorprendido. Que ni se imaginaba que un tipo como yo, escribiese tan bien. Hice un gesto de humildad. El mismo típico gesto, que hace todo buen o mal poeta pagado de sí mismo. Dijo que yo era un poeta de ley. Era su forma de decir, de ley. Al tercer trago le mordí la nuca, al cuarto le bajé las bragas, al quinto pegó un grito. Ya con Sex Pistols sonando, nos fumamos un porro.

Las bragas de Teresa



Alos tres días de comprar el ordenador e instalar Messenger, conocí a Teresa. Teresa de Los Mochis, Sinaloa, México. En verdad compré mi ordenador para chatear y conocer chicas. A los tres días de conocer a Teresa tuvimos sexo virtual. A los tres días de tener sexo virtual con Teresa, me mandó sus bragas. Por correo certificado. Y ahí comenzó mi calvario. Unas bragas preciosas. Hasta tenían GPS instalado. Unas de Victoria's Secret. Nunca en mi vida vi nada igual. ¡Y eran de la mismísima Teresa! Una maravilla. Dormí con ellas bajo mi almohada. Al despertar las besé, las acaricié y le di mimos. Todo perfecto. Hasta que llegó Fabián. Estábamos repasando la crisis Libia y comentando sobre la boda de la Duquesa de Alba, cuando las bragas de Teresa se presentan en el cuarto. ¡Hola somos las bragas de Teresa! Me quedé petrificado. Aturdido. Fabián de la impresión casi se muere. Luego se repuso. Más tarde se le insinuaron. Esa voz. Esa voz caliente mexicana. Una invitación a un sexo desenfrenado. Las bragas de Teresa desatada. Hot a más no poder. Fabián vuelto loco. Yo loco de celos. Celos de las bragas de Teresa. Como pude, las tomé y las puse en su justo lugar. En el armario.
Vuelvo más tarde dice Fabián. Que no vuelvas nunca en tu puta vida pensé yo.
Otro día estoy atendiendo a Edgardo en el Almacén y llegan las bragas de Teresa y se presentan. Somos las bragas de Teresa le dicen a Edgardo: cómo te llamas, qué haces, me gustaría estar un momento contigo. Edgardo no lo puede creer. Yo loco trastornado. Pasado el primer estupor, Edgardo le dice que se llama Edgardo. Que es profesor de Historia. Que le interesaría conocerlas en profundidad. El muy puto cabrón. ¡Y era mi amigo! Las tomo de vuelta y al armario. Es que no entiendo le digo a las bragas. No me puedes hacer esto. No puedes salir del armario y hacer lo que se te cante. Eres mía y de nadie más. Esto no es vida, yo no puedo vivir así. Lo siento me dice. Es que la Patagonia me calienta. Los cinco grados bajo cero me ponen a full. Lo siento.
Pero todo tiene un límite. Fue el día que me llamaron del lenocinio de Mujeres de Lujo. Eran las tres de la mañana cuando recibí el llamado. Mire me dijeron: hay aquí unas bragas que están armando escándalo. Se pasean por todas las mesas. Cantan canciones de Lila Woods y quieren irse a la cama con todos los clientes. Las hemos encerrado en un una caja de Johnny Walker etiqueta negra y ahí la tenemos. Nos dio su dirección y teléfono. Necesitamos imperiosamente venga a retirarla. Fui. Las tomé y se me quemaron las manos. Las puse dentro de una botella de Santa Emiliana etiqueta nada, y las tiré al mar. Que naveguen. Que la corriente del Pacifico las lleven de nuevo a Los Mochis. De donde nunca tendrían que haber salido. ¡Putas bragas!

viernes, 30 de agosto de 2024

En este país de insomnes turbulencias



Nunca tuve casa, paciencia ni olvido,
Fui perro entre los perros, lobo entre los lobos,
Todas las puertas me fueron cerradas
En este país de insomnes turbulencias
En donde el más débil es devorado
Por ancestrales matones de cobalto,
Poco a poco fui engullido por hienas,
Por feroces tigres hambrientos,
Por la negra noche del anonimato.
Cada dos por tres me fueron crucificando,
Endilgándome motes ridículos,
Fui expulsado de todas las parroquias
Tratado de gusano por familiares cercanos
También por mujeres de amplias caderas.
Y fui tapado por excrementos,
En cada esquina era apaleado por poetas
Que me enrostraban mi poco apego
A las musas caballerescas.
Fui paria entre los parias,
Fui lejos el peor de todos,
Cercano amigo de los fusiles
Hermano de la comadreja
Y padre de todas las injurias.
Me acusan de reverenciar el desdén,
De asociarme con notorios cardenales.
Ahora, ahora ya es tarde para el vuelo del moscardón
Mientras tomo impulso desde el último piso.

Beber la luz


Ciego de sueño te persigo:
no había entendido antes
una simplísima pregunta:
“¿cómo beber la luz?”,
hasta que la piel de tu mirada
se ha abierto hacia mis labios.
...
Migala

 

El olor de Susana


Faltaban veinte días para que su mujer regrese de vacaciones. Susana le dijo aquella noche, tómate una buena ducha para que se te vaya el olor. No te preocupes le dijo Gonzalo, faltan veinte días para que mi mujer regrese de vacaciones. En veinte días se me irá el olor ¿no crees? Pero eso no sucedió. Gonzalo me vino a ver desesperado cuando faltaban cinco días para que regrese Alicia y el olor de Susana que no se iba.. No sabía qué hacer. Decía que había intentado de todo. Perfumes caros y baratos, grasa de lobo, aceite de alquitrán y los consejos de una comadrona. Es que me quiero morir decía Gonzalo. Se trató sólo de una noche y este maldito olor de Susana que no se va. Apenas vuelva Alicia se dará cuenta de todo. La verdad que yo tampoco sabía. Si lo supiera inmediatamente le habría entregado la solución. Hace cinco años tengo este maldito puto olor de Susana que no se va.

La noche que conocí a Bukowski


Por la tarde me bajé 4 cajas de Miller y me despaché más de una centena de Brahms, un día de tantos, hasta que llegó Susan de Black Sparrow Press; ella quería hablar de mi último artículo y yo seguir con la Miller, ella quería hacer el amor y yo seguir escuchando al Maestro. Le rogué que se fuera, le pedí que se fuera, la eché. El segundo ofrecimiento era interesante, pero ya sabía lo que venía; hablar y hablar sobre el único tema, EL AMOR. Pasa siempre que cuando uno quiere follar ellas quieren hablar de amor, esa tarde yo no quería ninguna de las dos cosas, solo beber y Brahms.
Malhumorado decidí salir; en mi auto seguí escuchando al pibe Johannes, desde mi calle De Longpre giré a la izquierda por Normandie, subí por el Bulevard Santa Monica y me estacioné frente a dos bares, el Milodón City Cha Cha Cha y el Clean Hands, opté por el segundo. Al entrar supe que esa no iba a ser mi noche, después al salir lo comprobé. Nada más sentarme divisé en el rincón cerca del piano, a esa camarilla de edulcorados poetas de Chicago; Creeley, Olson, Dickey, Meredith y un enano con pinta de esbirro napoleónico.
Vino Jhoana la camarera y me preguntó si quería lo de siempre, le dije que sí; me trajo 4 latas de cerveza, una botella de brandy y un vaso de gin. A veces, salvo el hipódromo, ningún lugar es bueno, aunque ese lugar sea tu casa o el bar. Y así estaba yo con mis meditaciones cartesianas cuando veo acercarse al esbirro de Napoleón, me dice hola y yo levanto una ceja.
- qué pasa buen hombre- le digo,
- permítame presentarme, soy bukowski- y… ¿Eso se come?
- Solamente quería decirle que lo admiro
- Yo a usted no amigo
- Perdón...
- Algunas malas lenguas dicen que Dios perdona, buenas noches.

Fue así como conocí a Bukowski, un tipo irrelevante y un perfecto papanatas. Después me enteré que trabaja en un General Store de la calle Fredoom y que también es poeta o cree serlo.
Fue el peor día en semanas. Volví al East Hollywood, en la puerta me esperaba Linda y en mi pieza Brahms. Era para volver a creer.

miércoles, 21 de agosto de 2024

Autoretrato de verano


En realidad ni escucho ni veo las noticias, solo enciendo la televisión y pongo el informativo para que las palabras de la presentadora me arrullen en la siesta de después de comer. 

Mi vida fuera de Madrid es muy sencilla: Me despierto tarde y me desperezo en la cama mientras miro cualquier mierda que me entretenga en Instagram.  Cuando Paola abre el ojo, un poco después, le digo: "Buenos días bombonsito" y sin prisa bajo a preparar el desayuno. 

Tres platos de desayuno: Huevos con algo y pan, fruta y luego tostada con mermelada. Me encantan los desayunos, me encanta desayunar. No me gusta cenar. Nunca cenamos. Así que le dedico al desayuno todo el tiempo que haga falta. Disfruto mucho de ese momento.

Durante el resto del día construyo la casa. Esta casa de Laguna que cada vez se parece mas a nosotros y donde todos los días hay algo que pintar, cortar, lijar, pegar, demoler, enyesar, instalar o arreglar. Todo el tiempo lo dedico a "hacer la casa" y mientras se hace "vivimos la casa" de todas las maneras. Tener luz, tener agua caliente, un baño, una cocina, una cama, calor en el invierno. Esas son las cosas que construimos.

Luego, cuando paramos preparo una comida y vuelvo a colocar la mesa, ahora que tenemos mesa. A veces son las tres y otras veces las seis de la tarde, según el día. Y después una siesta, que no puede ser demasiado larga porque después seguimos trabajando en la casa hasta tarde. Al final del día pongo una película y nos dormimos con las ventanas abiertas y con el sonido del viento sobre los árboles y poco más. 

Esa es nuestra vida fuera de Madrid.

Otros días simplemente cogemos el coche y nos vamos de expedición, a conocer lo que nos rodea. 

El verano te permite improvisar cada día.

Javier y Paola estamos en Laguna de Negrillos, León.

martes, 20 de agosto de 2024

EN EL ÚLTIMO BAR

 

Y qué pasó
entonces.
Pasó una mujer.
Pero qué pasó.
Que era
de las que nunca
terminan
de pasar.

El ARTE en tiempo presente


El arte tiene que representar el presente, no hay otro modo. Todo lo que no sea así tendrá que desaparecer, porque no hay arte si no hay presente. De alguna manera es una consecuencia o respuesta o cuestión al momento en que se produce.

El arte siempre debería ser contemporáneo. 

No importa lo que hagas, si escribes, dibujas o pintas, haces música o lo que sea. El arte tiene que suceder siempre en el ahora para que después tenga un sentido. Imagina sentarte a discutir de política con un montón de muertos de siglos pasados. 


lunes, 12 de agosto de 2024

54 años y nada mas



10 de Agosto y nada mas

54 años y nada mas. Otro día de ola de calor y nada mas. Todos los amigos que se acuerdan de ti y te felicitan y nada mas. Cervezas y tapas por el Húmedo y nada mas. Un afeitado  y un buen corte de pelo y ropa molona y nada mas. Besos y abrazos y nada mas. Cena en la sidrería y dormir abrazado a pesar del calor y nada mas. Picaduras y malditos mosquitos. Por la noche refresca.

Yo y Paola y una casa fuera del mundo y nada mas.

10 de Agosto y cumpleaños feliz, y nada mas.


domingo, 11 de agosto de 2024

Por qué escribo

No podría explicar por qué escribo. ¿Por qué bebe el alcohólico? Él diría porque no lo puede evitar. Yo tampoco, y como él, no lo considero una desgracia. Es más bien una fatalidad, tomando la expresión en su significado esencial. Tampoco puedo explicar mi estilo; tengo sólo presentimientos en lo que se refiere a él. El estilo nace, o torna, cuando un tema me interesa. Si algo no toca profundamente mi sensibilidad, si no me conmueve entrañablemente, no me interesa y no tengo estilo. Cuando imagino o recojo una historia siento a mis personajes como si ellos fueron yo mismo; inconscientemente los incorporo a mi sangre; sus aventuras son mías; conozco no sólo su ámbito espiritual, sino su cuerpo, sus pensamientos, su soledad; son seres míos como los hijos de mi carne que yo he hecho. Pero, a veces, diría que siempre, tengo la impresión de que el lenguaje, las palabras, se interponen entre ellos y yo, y suprimiendo torrencialmente puntos, comas, explicaciones obvias, descripciones inútiles, los acerco en bloque a mi terror, soy como un ciego debatiéndome entre las alambradas de púa del idioma, entre manos, ojos, pies, bocas, pautas, preceptos, camisas que quieren incorporarme o hundirme, pugnando por salir o, más bien, por acercarme a mis personajes. Tal vez este deseo y esta fiebre dan la sensación de vertiginosidad, de totalidad, a un estilo que quiere abarcarlo todo de una sola vez. Estilo angustioso, acezante no por afán de improvisación, sino por necesidad de profundidad, es decir de realidad. Porque todo arte que no refleja su tiempo presente está condenado a morir mañana o pasado mañana, no atravesará el tiempo, como deseaba Proust para todo arte verdadero. Mi ideal sería llegar a escribir como respiro, con la extrema sencillez que lo hace esa estupenda improvisadora que es la vida.

 “Prólogo” de Los mejores cuentos de Carlos Droguett, Editorial Zig-Zag, 1967.

jueves, 8 de agosto de 2024

Agosto

Botes de pintura, sacos de yeso, madera, cables, tuberías y un montón de polvo. Eso es lo que hay a mi alrededor todo el tiempo mientras arreglo la casa de Laguna. Me levanto un día y aliso paredes, otro pinto, otro lijo maderas recuperadas para hacer una cocina, otro desbrozando, otro día me lo paso subido a una escalera montando lámparas y ventiladores, al día siguiente agachado poniendo suelos de tarima. Los andamios fuera para pintar la fachada y el garaje lleno de materiales y trastos que vamos sacando de la casa y que algún día se recuperarán. 

Sudo camisetas sin parar, me quito una y me pongo otra, luego me ducho y otra, luego sigo trabajando y otra camiseta para lavar y otra ducha antes de dormir, ya sin camiseta. Las agujetas se acumulan, los dolores se acumulan y los golpes y arañazos se acumulan. Manos hinchadas, dolor de espalda, pierdas llenas de morados y arañazos en los brazos. Hoy por la mañana me di cuenta que ya no tengo los veinte o treinta años de antes cuando montaba un suelo y luego otro y todo me parecía fácil. Ahora me cuesta más: Me agacho y luego me levanto y doy con el mazo y voy rápido, pero respiro más fuerte y siento el esfuerzo como antes no lo sentía. Es el peso del cuerpo mayor. Pasado mañana cumplo 54 años, y a veces tengo que pensarlo porque casi nunca lo pienso, ni lo tengo en cuenta y me jode no sentir la misma fuerza de siempre. Pienso que llevo 54 años haciendo demostraciones de fuerza y voluntad, incluso en verano. Siempre digo, si lo puedo dibujar, lo puedo hacer, y es así como me meto en una movida tras otra, porque pienso que todo es posible y que además yo soy capaz de hacerlo. Ahora estoy haciendo una casa donde descansar en verano, donde agosto sea para descansar.


 

jueves, 1 de agosto de 2024

Y si uso corbata




¿Y si uso camisa?
¿Y me pongo corbata?
...
¿Y si me descubren?

LOS LIBROS SON ARMAS QUE EXPLOTAN


Yo siempre he pensado que, el ser escritor, en mi caso, y el ser hombre, son cosas que no son separables en este mundo, ni en otro mundo, son en términos médicos inoperables. Se es escritor en cuanto hombre y se es hombre en cuanto escritor. Ese es mi punto de vista, y ese era mi punto de vista cuando yo era mucho más ignorante que ahora, y muchísimo más joven que ahora. Recuerdo desde mi época de estudiante de humanidades y aun de mi época de infancia, que yo me enfrentaba al mundo sin darme cuenta por supuesto, y ahora intuyo que era así, como un probable tema, como un tema que me era obligatorio tratar o recoger, y por supuesto hacer lo posible por expresarlo con autenticidad, con veracidad, sin mentiras. No sé si usted se acaba de referir en su larga pregunta, y si no lo recuerdo, está bueno que ya se vaya diciendo, que yo siempre he pensando que toda novela es realista, que sólo existe la literatura realista. Es decir, la literatura extraída de la vida, la literatura que es expresión de la vida y que no es fuga de la vida; que no es una tergiversación de la felicidad, de la desgracia, la alegría, de la aventura, de la desventura. En ese sentido, tal vez usted tenga razón, al decir que en mis novelas mis personajes aparecen como seres golpeados por el destino, o por los hombres que manejan este destino, por la naturaleza o por los hombres que se aprovechan de la naturaleza […] El escritor se transforma en bomba, porque para mí la palabra es una explosión. Para mí si los militares, los gorilas matan a los escritores o queman sus libros están procediendo de acuerdo a su sicología de gorilas, porque un libro es en realidad un arma peligrosa.

“Los libros son armas que explotan”, entrevista clandestina (05 de julio de 1975) recogida en el libro Sobre la ausencia, edición de Roberto Contreras, Lanzallamas Libros, 2009.

Patas de perro


Escribo para olvidar, esto es un hecho, necesito meter un poco de tranquilidad en mi alma, necesito descansar, necesito dormir, Dios sabe, sólo Dios sabe que hace diez meses que no duermo, aunque él tampoco dormía, bien lo recuerdo. No puedo dormir, no puedo olvidar, no puedo olvidarlo, sólo por eso escribo, para echarlo de mi memoria, para borrarlo de mi corazón, tal vez después decida morirme o no vivir, porque él, su figura menuda y pálida, con ese aspecto sucio del sufrimiento, era lo único que me ataba a este mundo, a esta silla, a este trozo de madera en que escribo, pero lo olvidaré, escribo para olvidarlo, sé que lo destruiré totalmente, como él me destruyó sólo con salir corriendo aquella tarde. Él bien sabía que yo lo necesitaba, sabía, como lo sé yo y me lo digo a veces, que él me necesitaba, que yo era su mundo, como él era el mío. ¿Por qué salió huyendo, entonces, sin siquiera entregarme su mano, sin rozar su rostro fugaz, su puñado asustado de pecas contra mi barba canosa? Yo sabía que él estaba llorando ahí afuera, lo presentía, más bien, mientras sentía mis propias lágrimas, días más tarde creía oírlo sollozar todavía en el suelo frío de la cocina, ahí, en ese rincón amable que él limpió con el roce de sus piernas durante muchas noches. Llegó como se fue, sin motivo, sin explicaciones, casi sin lágrimas, sin sollozos, una soledad lo trajo y otra soledad se lo llevó, me he quedado solo, completamente solo, porque ahí está el gastado rincón de baldosas donde dormía, pues nunca quiso usar la cama que juntos fuimos a comprar a la feria, ahí está su plato, duro y hostil de puro inservible, como si él jamás hubiera pasado por el pasadizo, golpeado la puerta de la calle […] Claro que en momentos de calma, en las tardes antes de comer, los domingos por la mañana cuando regresábamos del matadero, me contaba su preferencia por los perros, por mirarlos, por verlos caminar, por observarlos cuando, al encontrarse una piara de perros vagabundos en la calle, se huelen con fruición, con verdadera ciencia y verdadero arte, abarcándose totalmente, reconociéndose, recordándose, sin gruñir, sin mostrarse los dientes, sólo esgrimiendo los olfatos como una lupa para buscarse y encontrarse y recordar calles, plazas, basurales, conventillos, zaguanes, cementerios, huertos, mendigos, ciegos, refugios, hospitales, líneas de tren, orillas de río, casas cerradas, puertas cerradas, ventanas cerradas, cerrojos, candados, cadenas, alambradas, espinares, collares, lazos, bozales, balas, botas, laques, cuerdas, horcas, insultos, escándalos, maldiciones, trozos de pan duro, toses, llantos, aullidos, nubes, lloviznas, barro, ciudades, aldeas, humos que se van volando, humaredas, llamas que se arrastran, gritos, insultos, alaridos, rezos, procesiones, banderas, lavaza, ollas, huesos, huesos, hocicos abiertos, colas que se van huyendo, patas que se van cojeando, tarros, vidrios, sangre, ropas mojadas, ropas duras, esqueletos, arañas, gallinas, gallos violentos, hombres furiosos, mujeres lúbricas, dormitorios, espejos, leche, leche, papeles, papeles oliendo a carne, papeles oliendo a pescado, papeles oliendo a remedio, vino, borrachos, pacos, pitidos, sirenas, bomberos, escombros, derrumbes, ayes solitarios, gritos sin boca, cuerdas sin perro, balas sin revólver, zapatos, zapatos, zapatos, pies desnudos, gatos, gatos engrifados, viejas engrifadas, escobas, moribundos, camisas de dormir, duelos, guitarras, bailes, guaguas en el suelo, guaguas en el cementerio, frailes, frascos, luces, campanas, campanillas, palmatorias, velas encendidas, velas apagadas, cerros, cerros, cerros, calles solas, árboles, árboles rotos, árboles aplastados, potreros, ahí se separan, unos tornan a la ciudad, otros tornan a las patadas y los gritos, se van aplastando, se van solos, me explicaba Bobi.

Carlos Droguett
Patas de perro, Editorial Zig-Zag, 1965.