Alos tres días de comprar el ordenador e instalar Messenger, conocí a Teresa. Teresa de Los Mochis, Sinaloa, México. En verdad compré mi ordenador para chatear y conocer chicas. A los tres días de conocer a Teresa tuvimos sexo virtual. A los tres días de tener sexo virtual con Teresa, me mandó sus bragas. Por correo certificado. Y ahí comenzó mi calvario. Unas bragas preciosas. Hasta tenían GPS instalado. Unas de Victoria's Secret. Nunca en mi vida vi nada igual. ¡Y eran de la mismísima Teresa! Una maravilla. Dormí con ellas bajo mi almohada. Al despertar las besé, las acaricié y le di mimos. Todo perfecto. Hasta que llegó Fabián. Estábamos repasando la crisis Libia y comentando sobre la boda de la Duquesa de Alba, cuando las bragas de Teresa se presentan en el cuarto. ¡Hola somos las bragas de Teresa! Me quedé petrificado. Aturdido. Fabián de la impresión casi se muere. Luego se repuso. Más tarde se le insinuaron. Esa voz. Esa voz caliente mexicana. Una invitación a un sexo desenfrenado. Las bragas de Teresa desatada. Hot a más no poder. Fabián vuelto loco. Yo loco de celos. Celos de las bragas de Teresa. Como pude, las tomé y las puse en su justo lugar. En el armario.
Vuelvo más tarde dice Fabián. Que no vuelvas nunca en tu puta vida pensé yo.
Otro día estoy atendiendo a Edgardo en el Almacén y llegan las bragas de Teresa y se presentan. Somos las bragas de Teresa le dicen a Edgardo: cómo te llamas, qué haces, me gustaría estar un momento contigo. Edgardo no lo puede creer. Yo loco trastornado. Pasado el primer estupor, Edgardo le dice que se llama Edgardo. Que es profesor de Historia. Que le interesaría conocerlas en profundidad. El muy puto cabrón. ¡Y era mi amigo! Las tomo de vuelta y al armario. Es que no entiendo le digo a las bragas. No me puedes hacer esto. No puedes salir del armario y hacer lo que se te cante. Eres mía y de nadie más. Esto no es vida, yo no puedo vivir así. Lo siento me dice. Es que la Patagonia me calienta. Los cinco grados bajo cero me ponen a full. Lo siento.
Pero todo tiene un límite. Fue el día que me llamaron del lenocinio de Mujeres de Lujo. Eran las tres de la mañana cuando recibí el llamado. Mire me dijeron: hay aquí unas bragas que están armando escándalo. Se pasean por todas las mesas. Cantan canciones de Lila Woods y quieren irse a la cama con todos los clientes. Las hemos encerrado en un una caja de Johnny Walker etiqueta negra y ahí la tenemos. Nos dio su dirección y teléfono. Necesitamos imperiosamente venga a retirarla. Fui. Las tomé y se me quemaron las manos. Las puse dentro de una botella de Santa Emiliana etiqueta nada, y las tiré al mar. Que naveguen. Que la corriente del Pacifico las lleven de nuevo a Los Mochis. De donde nunca tendrían que haber salido. ¡Putas bragas!
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