miércoles, 4 de noviembre de 2009

Respuesta a una encuesta



1º ¿Qué tipo de films le gustan?
2º ¿Qué tipo de películas le gustaría crear?

1º Me gusta el cine.
Me gusta todo tipo de films.
Pero todos los tipos de films están todavía por crear.
Creo que el cine no puede admitir más que un género concreto de films: Únicamente aquel en que sean utilizados todos los medios de acción sensual del cine.
El cine implica una subversión total de los valores, un trastoque completo de la óptica, de la perspectiva, de la lógica. Es mas excitante que el fósforo, más cautivante que el amor. No es posible ocuparse indefinidamente en destruir su poder de galvanización por el empleo de temas que neutralizan sus efectos y pertenecen al teatro.

2º Reinvindico, pues, los films fantasmagóricos, poéticos, en el sentido denso, filosófico de la palabra, films psíquicos.
Lo que no excluye ni la psicología, ni el amor, ni el esclarecimiento de ninguno de los sentimientos del hombre.
Pero que sean films en los que se trituren, se mezclen, las cosas del corazón y del espíritu hasta conferirles la virtud cinematográfica que hay que buscar.
El cine reclama los temas excesivos y la psicología minuciosa. Exige la rapidez, pero, sobre todo, la repetición, la insistencia, la vuelta sobre lo mismo. El alma humana desde todos sus aspectos. En el cine, todos somos crueles. La superioridad de este arte y la potencia de sus leyes residen en el hecho de que su ritmo, su velocidad, su alejamiento de la vida, su aspecto ilusorio, exigen la rigurosa criba y la esencialización de todos sus elementos. Ésta es la razón por la cual el cine necesita los temas extraordinarios, los estados culminantes del alma, una atmósfera de visión. El cine es un excitante notable. Áctua directamente sobre la materia gris del cerebro. Cuando el sabor del arte se haya amalgamado en proporción suficiente con el ingrediente psíquico que detenta, dejará atrás largamente al teatro, que se verá relegado al armario de los recuerdos. Porque el teatro es ya una traición. En él vamos más a ver a los actores que las obras; en todo caso, son aquellos los que primero actúan sobre nosotros. En el cine, el actor no es más que un signo viviente. En él están toda la escena, el pensamiento del autor y la secuencia de los acontecimientos. Y esto es lo que nos impide pensar en ellos. Charlot interpreta a Charlot. Pickford interpreta a Pickford, Fairbanks interpreta a Fairbanks. Ellos son el film. No podríamos imaginárnoslo sin ellos. Están en primer plano, desde donde no interfieren a nadie. Es porque no existen. Y así nada se interpone entre la obra y nosotros. El cine tiene, sobre todo, una inyección subcutánea de morfina. Por todo esto, el objeto del film no puede ser inferior a su poder de acción, y debe participar de lo maravilloso.

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Antonin Artaud

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