Tienes la obligación de tener hijos, a los que tratarás como a dioses hasta los tres años, edad en la que, de repente, los expulsarás del paraiso para alistarlos al servicio militar, que durará desde los tres hasta los dieciocho años y, mas tarde, desde los veinticinco años hasta el día de su muerte. Estás obligada a traer al mundo a seres que serán todavía más infelices en la medida en que en los tres primeros años de su vida les habrían inculcado la noción de felicidad.
¿Te parece horrible? No eres la única en opinar así. Tus semejantes piensan lo mismo desde 1960. Y ya ves de que les ha servido. Muchas de ellas se rebelaron, y quizás tú también te rebeles durante el único periodo libre de tu vida, entre losdieciocho y los veinticinco años. pero, a los veinticinco años, de repente te darás cuenta de que todavía no te has casado y te sentirás avergonzada. Cambiarás tu ropa excéntrica por un aseado vestido, medias blancas y grotescos zapatos de tacón, someterás tu esplendida y lisa cabellera a un lamentable peinado y te sentirás aliviada si alguien - marido o jefe - manifiesta algún deseo hacia ti.
En el caso más que improbable de que te cases por amor, todavía serás más desgraciada, ya que verás sufrir a tu marido. Será mejor que no le ames: eso te permitirá asistir con indiferencia al naufragio de tus ideales, porque tu marido todavía los tendrá. Por ejemplo, le habrían hecho creer que sería amado por una mujer. No obstante, pronto se dará cuenta de que no le amas. ¿Como podrás amar a alguien si tienes un molde de yeso en lugar de corazón? Te han inculcado un espíritu demasiado calculador para poder amar. Si amas a alguien, significa que no te han educado bien. Los primeros días de matrimonio, fingiras toda clase de cosas. Hay que admitir que ninguna mujer finge con tanto taento como tú.
Tu obligación es sacrificarte por los demás. No obstante, no se te ocurra pensar que tu sacrificio hará felices a aquellos por quienes te sacrificas. Eso sólo les permitirá no avergonzarse de ti. No tienes ninguna posiblidad ni de ser feliz ni de hacer feliz a nadie.
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Amélie Nothomb
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