Siempre regreso a casa
Siempre regreso a casacon una hermosa mujer sonámbula.
La dejo quieta un momento.
Que fatigue su fatiga en mi sillón.
Que mueva sus caderas mientras pueda.
Es la hora de saltar sobre el piano invisible.
Es el ataúd que se cierra, ¡Callad!
Se desplazan en mi cuarto mis horribles misterios.
Mi ardor y mi frenesí hermético.
Me aboco con frenesí a oficios tenebrosos.
¡Soy el monstruo del Lago-Ness!
¿Te he de amar mujer hermosa
de huesos, sangre, carne y orina?
Yo: yo ciertamente sería feliz
una mañana en New York.
Una tarde en Medellín. Una noche en Praga.
Aunque muriese al otro día.
Yo sería feliz, pero ven…
Ven acá ¡vayámonos ya de aquí!
Salgamos de este infecto
lugar mujer condenada.
Existe un laberinto permanente
de nuevas alegrías.
Un lugar lejos del laberinto.
En donde el sol no tendrá ocaso.
Y el paraíso será
a la medida de tu cintura.
La angustia es un arcano indescifrable
que oculta como el espejo al desierto
las llagas del torrente cotidiano.
Pero ven; ven aquí, nadie te verá.
Los fantasmas respiran por tu vulva, al besarla,
¿Beso a Jorge, Enrique o a Gustavo?
Así parece ser la vida poeta rampante,
así parece ser la vida señor Ministro,
así parece ser la vida hombre de metal,
así parece ser la vida hombre importante,
así parece ser la vida cadáver exquisito.
Transparente, lisa y llana,
sin tantos prefijos ni sufijos.
Pero ven; ven aquí mujer, cuéntame un cuento.
Dime que me amas, dime que en las noches
no sueñas con Jorge, con Enrique, con Gustavo.
¡Vamos! Cuéntame un cuento.
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