jueves, 19 de abril de 2018

Embriágate


Es preciso estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la horrible carga del tiempo, que aplasta tus hombros y te inclina hacia la tierra, es preciso que te embriagues sin tregua.
Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que te plazca.
Pero embriágate.
Y si alguna vez en los escalones de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la soledad lúgubre de tu cuarto, te despiertas, la embriaguez ya disminuida o ya desaparecida, pregunta al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntales que hora es, y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, te responderán:
¡Es hora de embriagarse!
Para no ser esclavos martirizados del tiempo, embriágate ¡embriágate sin cesar! De vino, de poesía, o de virtud, de lo que te plazca. 
Embriágate, Charles Baudelaire.

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