lunes, 6 de septiembre de 2010

Cómo desaparecer sin dejar rastro


Caso A. Tu sueño hecho realidad: después de una fiesta loca te despiertas en los brazos de Bamby, una bella modelo brasileña de 19 años. La mala noticia es que es la novia del jefe de la mafia cubana y además está muerta. Tratas de recuperarla siguiendo la técnica de Pulp Fiction pero sólo consigues que el accidente parezca un desagradable crimen sexual. Preocupado por las posibles muestras de ADN que has dejado en lugares de difícil acceso, como el intestino grueso y/o las cuerdas vocales, le prendes fuego y abandonas el lugar. Mientras ves como crecen las llamas te das cuenta de que tú no la has matado, pero que ahora ya da igual.

Caso B. Tu mujer te ha dejado por otra mujer más joven. Tu casero te ha denunciado por deber el alquiler de dos años y por aparcar en una plaza que pertenece al dentista del tercero derecha. Después de dos años viviendo de las rentas de tu carrera como niño prodigio de la canción protesta, le debes un cheque de siete cifras a un individuo conocido como "El Rey del Pollo electrocutado". Intentas vender los órganos que tienes repetidos pero están tan hechos mierda que no te da ni para empezar. "El Rey" te ha enviado una caja esta mañana pero no la has abierto porque ya sabes lo que es. El olor a pollo chamuscado se filtra por los pliegues del envoltorio apestando toda la casa. Escuchas por última vez la canción que llevaste al festival de Eurovisión cuando tenías doce años: quiero besar el bigote de gertrude stein / y que no me sangren los dientes y la dejas repitiéndose mientras coges las llaves del coche y te vas. Que se jodan los vecinos.

Caso C. El doce de junio del 1986 saltabas unas vallas en el patio del colegio cuando la tela de tus pantalones cortos cedió. Cuando llegaste llorando a la oficina del jefe de estudios, la secretaria miró los pantalones y sentenció: demasiada lejía. Después te alargó una braga y un paquete de compresas, lo único que tenemos para esta clase de emergencias. Hace una semana fué el décimo aniversario del accidente y todo el mundo te llama "palometas", incluídos tus colegas, las amigas de tu hermana pequeña y tu profesora particular de latín. La única manera de romper con tu oscuro pasado es huir, pero no sabes cómo.

Hay muchas razones -buenas y malas- para querer desaparecer sin dejar rastro pero una sola forma de hacerlo bien. SI te quieres dar a la fuga,

Hace unos meses mi jefe de Maxim (¡hola jefe!) me compró un pequeño manual para dejar la ciudad sin dejar rastro. Como de costumbre, se me fué la pinza y le mandé tres páginas más de las que necesitaba. Considerando el perfil de los lectores de La Petite Claudine he creído conveniente publicarlo entero aquí, por si les surge cualquier eventualidad.

*Todos estos casos están inspirados en hechos reales. Los apodos de sus protagonistas han sido alterados para proteger su intimidad.

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