domingo, 23 de noviembre de 2025

OSCURIDAD


Tuve un sueño, que no era del todo un sueño.

El brillante sol se apagaba, y los astros

Vagaban apagándose por el espacio eterno,

Sin rayos, sin rutas, y la helada tierra

Oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna;

La mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo consigo el día,

Y los hombres olvidaron sus pasiones ante el terror

De esta desolación; y todos los corazones

Se congelaron en una plegaria egoísta por luz;

Y vivieron junto a hogueras - y los tronos,

Los palacios de los reyes coronados - las chozas,

Las viviendas de todas las cosas que habitaban,

Fueron quemadas en los fogones; las ciudades se consumieron,

Y los hombres se reunieron en torno a sus ardientes casas

Para verse de nuevo las caras unos a otros;

Felices eran aquellos que vivían dentro del ojo

De los volcanes, y su antorcha montañosa:

Una temerosa esperanza era todo lo que el mundo contenía;

Se encendió fuego a los bosques - pero hora tras hora

Fueron cayendo y apagándose - y los crujientes troncos

Se extinguieron con un estrépito - y todo estuvo negro.

Las frentes de los hombres, a la luz sin esperanza

Tenían un aspecto no terreno, cuando de pronto

Los haces caían sobre ellos; algunos se tendían

Y escondían sus ojos y lloraban; otros descansaban

Sus barbillas en sus manos apretadas, y sonreían;

Y otros iban rápido de aquí para allá, y alimentaban

Sus pilas funerarias con combustible, y miraban hacia arriba

Con loca inquietud al sordo cielo,

El sudario de un mundo pasado; y entonces otra vez

Con maldiciones se arrojaban sobre el polvo,

Y rechinaban sus dientes y aullaban; las aves silvestres chillaban,

Y, aterrorizadas, revoloteaban sobre el suelo,

Y agitaban sus inútiles alas; los brutos más salvajes

Venían dóciles y trémulos; y las víboras se arrastraron

Y se enroscaron entre la multitud,

Sisando, pero sin picar - y fueron muertas para ser alimento:

Y la Guerra, que por un momento se había ido,

Se sació otra vez; - una comida se compraba

Con sangre, y cada uno se sentó resentido y solo

Atiborrándose en la penumbra: no quedaba amor;

Toda la tierra era un solo pensamiento - y ese era la muerte,

Inmediata y sin gloria; y el dolor agudo

Del hambre se instaló en todas las entrañas - hombres

Morían, y sus huesos no tenían tumba, y tampoco su carne;

El magro por el magro fue devorado,

Y aun los perros asaltaron a sus amos, todos salvo uno,

Y aquel fue fiel a un cadáver, y mantuvo

A raya a las aves y las bestias y los débiles hombres,

Hasta que el hambre se apoderó de ellos, o los muertos que caían

Tentaron sus delgadas quijadas; él no se buscó comida,

Sino que con un gemido piadoso y perpetuo

Y un corto grito desolado, lamiendo la mano

Que no respondió con una caricia - murió.

De a poco la multitud fue muriendo de hambre; pero dos

De una ciudad enorme sobrevivieron,

Y eran enemigos; se encontraron junto

A las agonizantes brasas de un altar

Donde se había apilado una masa de cosas santas

Para un fin impío; hurgaron,

Y temblando revolvieron con sus manos delgadas y esqueléticas

En las débiles cenizas, y sus débiles alientos

Soplaron por un poco de vida, e hicieron una llama

Que era una burla; entonces levantaron

Sus ojos al verla palidecer, y observaron

El aspecto del otro - miraron, y gritaron, y murieron -

De su propio espanto mutuo murieron,

Sin saber quién era aquel sobre cuya frente

La hambruna había escrito Enemigo. El mundo estaba vacío,

Lo populoso y lo poderoso - era una masa,

Sin estaciones, sin hierba, sin árboles, sin hombres, sin vida -

Una masa de muerte - un caos de dura arcilla.

Los ríos, lagos, y océanos estaban quietos,

Y nada se movía en sus silenciosos abismos;

Los barcos sin marinos yacían pudriéndose en el mar,

Y sus mástiles bajaban poco a poco; cuando caían

Dormían en el abismo sin un vaivén -

Las olas estaban muertas; las mareas estaban en sus tumbas,

Antes ya había expirado su señora la luna;

Los vientos se marchitaron en el aire estancado,

Y las nubes perecieron; la Oscuridad no necesitaba

De su ayuda - Ella era el universo.

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