¿Yo, adolescente? Si de repente, aquí, ahora, se plantara ante mí, ¿tendría que saludarla como a una persona próxima, a pesar de que es para mí extraña y lejana? ¿Soltar una lágrima, besarla en la frente por el mero hecho de que tenemos la misma fecha de nacimiento? Hay tantas diferencias entre nosotros que probablemene sólo los huesos son los mismos, la bóveda del cráneo, las cuencas de los ojos. Porque ya sus ojos son como un poco más grandes, sus pestañas más largas, su estatua mayor y todo el cuerpo recubierto de una piel ceñida y tersa, sin defectos. Nos unen, es cierto, familiares y conocidos pero casi todos están vivos en su mundo, y en el mío prácticamente nadie de ese círculo común. Somos tan diferentes, pensamos y decimos cosas tan distintas. Ella sabe poco, pero con una obstinación digna de mejores causas. |
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