Sin embargo, los buitres, encaran el viento con mayor
belleza
que las gaviotas planeando a la fresca luz del sol,
o que abanicos en manicomios ahuyentando un
espejismo de destino
en favor de una esperanza que jamás se aventuró tan
arriba
como la decepción vital, a horcajadas sobre el vuelo
del buitre.
Si la muerte puede volar, sólo por el placer de volar,
¿Qué no podría hacer la vida por el placer de morir?
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