sábado, 8 de julio de 2023

Expresiones faciales descontroladas ante la aceleración de la historia y reducción del presente.


  


Cada generación forja sus proyectos e ideales aunque probablemente serán reemplazados por las generaciones venideras. No hay garantía de que los hombres venideros, a favor de quienes sus padres hicieron tantos sacrificios, no resulten ingratos y se mofen de los gestos que a sus antepasados les parecieron tan nobles y heroicos. Es obvio que nuestros antepasados fueron, en algún tiempo, contemporáneos. Los griegos o los romanos antiguos no sospecharon que vivían en la Antigüedad, y la gente del Medievo no consideró que su tiempo era medieval. Sin embargo, la contemporaneidad del presente (la contemporaneidad viva) se distingue de la que ha existido en el pasado por una sola cualidad: tiene futuro; sólo el hombre contemporáneo, mientras vive, tiene futuro. Nuestros antepasados, que ya murieron, no tienen futuro; su futuro se quedó, de una vez y para siempre, en el pasado. 

El historiador puede comunicarnos, por supuesto, cómo las generaciones que ya se fueron se representaron su futuro, pero tales representaciones (junto con sus agentes) desaparecieron en el pasado a guisa de posibilidades no realizadas. Sería ingenuo suponer que, al reflexionar sobre el futuro, las generaciones anteriores pensaron en nosotros: ellas soñaron sobre su futuro. Nuestros predecesores vivieron en su pasado, (para ellos su presente), junto con un futuro (igual que para nosotros) muy complejo. Cada presente, tanto hoy como hace cien o mil años, tiene su propio futuro que, teóricamente, es un prospecto ilimitado de sus propias posibilidades. Pero no cualquier futuro puede ser encarnado en el presente que luego se convertirá en pasado; en el camino hacia el futuro, los agentes de la historia seleccionan siempre sólo una parte del abanico de los proyectos posibles que, a través de sus esfuerzos y actividades, plasman en un nuevo presente, y con ello plantean una nueva configuración del futuro. “La historia del mundo no está de ninguna manera santificada –y más bien podría ser condenada–, por el hecho de que haya desechado otras historias posibles. Éstas tienen tanta importancia para el entendimiento como la historia real; quizás aun más valor para nuestras actitudes prácticas” (Castoriadis, 1998: 77). 

Mijaíl Málishev Krasnova, Pedro Canales Guerrero La aceleración de la historia y la reducción del presente Ciencia Ergo Sum, vol. 7, núm. 1, marzo, 2000 Universidad Autónoma del Estado de México México 
 

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