¿Por qué no se que hacer con los hombres que se quedan conmigo?
Era un 16 de octubre de 2010 por la mañana y estábamos en una habitación de hotel en Atlantic City. Las gaviotas que sobrevolaban Chelsea Hights recogían las papas fritas y las palomitas y todo lo que hubiese en el suelo y yo sólo podía pensar en esos instantes en los que habíamos tenido sexo y en el día que pintaba aún mejor que como lo pintaban. Esa noche nos despedimos de forma tierna y ridícula, como se despiden los que acaban de follar pero no se conocen. Pensando en que nos volveremos a ver aunque no lo necesitásemos.
Nunca sé qué hacer con los hombres que se quedan.
Así que como no se quedó, todavía lo recuerdo.
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