Todo el mundo se lanza a la calle por la muerte de George Floyd en los Estados Unidos y en Europa y en el resto del mundo. Todo el mundo expresa su indignación en Francia y Bélgica y en Italia y en España y en Madrid y en Barcelona.
Hasta en Lleida protestan por la muerte por asfixia de un negro asesinado por un policía racista norteamericano de Minneapolis, pero no reciben en sus hoteles a negros aunque quieran pagar las habitaciones.
Hasta en Lleida protestan por la muerte por asfixia de un negro asesinado por un policía racista norteamericano de Minneapolis, pero no reciben en sus hoteles a negros aunque quieran pagar las habitaciones.
En Madrid y Barcelona todos se arrodillan y ponen el puño negro en alto, pero nadie contrata a un negro en atención al público, ni en servicios, ni en un comercio, ni en una oficina, ni en ningún sitio. Los negros son temporeros y manteros y son negros y no pueden tener un contrato, ni derechos como los demás.
Ahora hay partidos políticos que se quejan de que estos negros puedan tener asistencia sanitaria, porque, según dicen, atender a un negro es quitarle un derecho a un madrileño, o a un catalán, o a un murciano. Ya se sabe, que estos negros llevan mucho tiempo viniendo a este país a quitar el trabajo, infectarnos de enfermedades y violar a nuestras mujeres.
En la España del invernadero se les pagan limosnas y viven en chabolas, pero nadie dice nada y todo está bien. Son negros y no les hace falta nada, porque vienen de un lugar donde tampoco tienen nada. Los negros no tienen derechos y viven al margen de la sociedad. Conseguir la nacionalidad española a un negro que viene de África tarda décadas y es extremadamente difícil. Los negros se ahogan todos los días en el mar Mediterráneo y se mueren en carreras policiales por Lavapiés o cualquier barrio de Barcelona y ningún blanco ha hecho una manifestación hasta ahora, ni se ha puesto de rodillas, ni ha levantado el puño negro para protestar por esta falta de justicia ni de ausencia de derechos humanos.
Pero ahora de repente, la muerte de George Floyd, en Estados Unidos, es mucho más importante que la muerte de cualquier otro negro corriente en las costas de nuestro país, incluso mucho más importante que los negros que se desgarran cualquier día desde hace años con las concertinas de Ceuta o Melilla. Nadie se manifestó cuando el ministro Jorge Fernandez Díaz mandó poner una doble concertina o defendió el derecho español de disparar negros en el mar mientras se ahogaban intentando llegar a la costa. "Devolución en caliente" es una frase que no sonaba ni mal. Se supone que estas concertinas se mandaron retirar con el siguiente gobierno, pero a nadie le importó la medida. Nadie se manifestó celebrando la retirada de esta atrocidad, igual que nadie antes se manifestó en contra de esta atrocidad.
Ahora tenemos un buen marketing de la nueva plegaria global. Pedimos que importen las vidas de los negros, pero en realidad no veo que a nadie le importe mucho más allá que el propio Slogan.
La nueva religión global es el miedo a la culpabilidad. O eres culpable o te sientes culpable o te evades de la culpa.
Mi madre siempre ha tenido el mismo problema. Nunca pudo con la culpa y toda la vida ha acudido a sentirse mejor en una Iglesia. Lo sigue haciendo. Para ella lo peor que le puede pasar es ser responsable de un error o culpable de una acción. La educación católica es así.
Ahora es un poco lo mismo. En este caso, se trata de tener pruebas fotográficas de haber estado en el centro de una gran ciudad arrodillado y con el puño negro en alto, y así poder tener la disculpa social de no ser un racista, aunque le importa una mierda que naufrague una patera llena de niños del color que sea en tu propio mar: El Mar Mediterraneo. En el que te bñas una vez que han apartado a los negros que flotan.
Es más fácil solucionar tu posición moral con un negro de los Estados Unidos con nombre y presencia mediática que preocuparte de los miles de negros africanos que puedan morir cada año con nombres que nunca recordarás.
Conciencia ética milenial autocomplaciente, postureo ético, nueva normalidad, patriotismo ultranacionalista, izquierda de barrio residencial y un montón de términos cercanos al vacío.
Ahora mismo, todo el mundo es cada vez más egoísta.
Y cada vez importa menos.
En realidad nadie está dispuesto a partirse la cara por sus ideas.
Yo estaría dispuesto.
Veo mucha gente evitando la culpa en favor de un buen marketing, buscando la frase correcta para aparecer en un hashtag con likes. El sitio natural de todos nosotros forma parte de un algoritmo.
Eso dicen.
Ahora tenemos un buen marketing de la nueva plegaria global. Pedimos que importen las vidas de los negros, pero en realidad no veo que a nadie le importe mucho más allá que el propio Slogan.
La nueva religión global es el miedo a la culpabilidad. O eres culpable o te sientes culpable o te evades de la culpa.
Mi madre siempre ha tenido el mismo problema. Nunca pudo con la culpa y toda la vida ha acudido a sentirse mejor en una Iglesia. Lo sigue haciendo. Para ella lo peor que le puede pasar es ser responsable de un error o culpable de una acción. La educación católica es así.
Ahora es un poco lo mismo. En este caso, se trata de tener pruebas fotográficas de haber estado en el centro de una gran ciudad arrodillado y con el puño negro en alto, y así poder tener la disculpa social de no ser un racista, aunque le importa una mierda que naufrague una patera llena de niños del color que sea en tu propio mar: El Mar Mediterraneo. En el que te bñas una vez que han apartado a los negros que flotan.
Es más fácil solucionar tu posición moral con un negro de los Estados Unidos con nombre y presencia mediática que preocuparte de los miles de negros africanos que puedan morir cada año con nombres que nunca recordarás.
Conciencia ética milenial autocomplaciente, postureo ético, nueva normalidad, patriotismo ultranacionalista, izquierda de barrio residencial y un montón de términos cercanos al vacío.
Ahora mismo, todo el mundo es cada vez más egoísta.
Y cada vez importa menos.
En realidad nadie está dispuesto a partirse la cara por sus ideas.
Yo estaría dispuesto.
Veo mucha gente evitando la culpa en favor de un buen marketing, buscando la frase correcta para aparecer en un hashtag con likes. El sitio natural de todos nosotros forma parte de un algoritmo.
Eso dicen.
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