Estoy enojado. Hemos estado observando lo que está sucediendo en China desde hace meses. Hemos visto a los chinos luchando, confundiéndose y luego reaccionando rápidamente, tomando la medida del desastre y organizándose: cierre de escuelas, negocios, fábricas, confinamiento obligatorio, uso de máscaras. Así que también nosotros tuvimos tiempo de organizarnos. Aprender de su experiencia. Hacer como Taiwan, que ha manejado eficazmente el problema. Pues no. No hicimos nada. En Francia, la vida tenía que continuar como si nada hubiera pasado. ¡Como si China estuviera en otro planeta!
Incluso cuando se acercó la epidemia, hundiendo a Italia en la desgracia, los franceses continuaron planeando sus vacaciones, reuniones, festivales, congresos, sin pensar por un segundo en revisar sus planes, o incluso en cancelarlos. Lo veía todos los días en mi profesión. Tal ceguera, junto con la terquedad de no cambiar nada, incluso antes de la evidencia del desastre, me deja sin palabras. ¿Por qué la comunidad científica no ha dado la alarma más fuerte? ¿Por qué los políticos parecen estar desconcertados y parecen estar haciendo retrocesos? ¡Qué irresponsabilidad general! Sin embargo, se trata de la vida de las personas. Le aseguro que cuando se usa una máscara para mirar a la cara de tu familia, se ven las cosas de manera diferente. Y ahora nos decimos: "¡Ojalá hubiéramos escuchado a los chinos!".
En Le Monde
No hay comentarios:
Publicar un comentario