jueves, 30 de julio de 2015

16



Por entonces, su hija tenía 16 años, y Bruto la extrañaba tanto que soñaba con ella todas las noches. La quería más de lo que había podido imaginar y pensaba que su hija era una versión mejorada de sí mismo. Ella era lo que él había sido, pero viviendo como una mujer. Sabía que todos los que la rodeaban sabían hasta que punto la veían hablar y reír y moverse como su padre, pero lo callaban. Era una verdad incómoda. Recordó las caras de toda esa gente con repugnancia. Para escapar de esa imagen dio dos vueltas en la cama, se cambió de almohada e intentó cambiar de pensamiento para poder dormir un sueño conciliador.

Luego pensó que aunque fuese su hija no la conocía y que un tipo que ha perdido a sus hijos no tiene nada que perder. Por eso no le importa decir siempre lo que piensa y por eso parece tener todo tan claro. Es la falta de miedo lo que le hace parecer imperturbable. Es el fracaso lo que le hace parecer invencible. Es su orgullo lo que hace que, incluso cuando las cosas no le salen bien, parezca que siempre sonríe.

Luego está la tranquilidad de saber que su hija siempre saldrá adelante como lo ha hecho él. Tanto como se parece a él. Eso es lo que le hace dormir con mas tranquilidad.

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