En el vuelo de Málaga a Madrid. Después de despegar, estuve dando vueltas al baño antes de ponerme los auriculares y pensar en dormir el resto del vuelo. Fue entonces cuando ella se sentó a mi lado y empezó a hablar de cosas que ni siquiera podía entender en tan poco tiempo. Como que el vino en el salón VIP no estaba lo suficientemente seco. Como que la empresa que le envió el taxi para el aeropuerto cambiaría su futuro. La amistad que había hecho con los chicos de control de seguridad. Ella hablaba, mientras yo seguía atento a cada uno de los movimientos de sus labios. Atento al inicio y fin de cada una de sus palabras. Mi teléfono estaba vibrando, pero yo lo ignoraba. Luego me mostró cosas en su bolso. Todo tenía una historia. Me dio una manzana justo antes del aviso de final de vuelo. Fue entonces cuando me puse de pie para poder abrazarla antes de despedirme y ella pensó que me había puesto de pie para darle un beso de despedida, así que la besé, primero en la mejilla y luego en la boca. Ahora los dos estábamos avergonzados. Entonces ella se fue y yo quería perseguirla, porque quería saber más sobre el libro que había estado leyendo y por qué ella iba a Londres, y yo me hubiese ido con ella a Londres. En el fondo, porque me la hubiese follado. También hubiese cenado con ella, o desayunado. Estaba encontrando el amor. Pero me quedé allí como estos chicos de las películas que se quedan parados, como bloqueados. Así me sentí: Bloqueado. Después me dirigí al baño. Una vez dentro de la cabina y puesto el cerrojo, abrí el grifo hasta llenar el lavabo y después me quedé mirando mis dos manos dentro del agua.
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