martes, 21 de octubre de 2014

Llueve en Madrid justo antes de terminar el verano


Como está lloviendo y estás en casa temprano porque sabes que termina la noche, todo te parece en calma. Pero el teléfono no para de sonar. Quieren que vuelvas a salir. Estás aún a medio vestir y el alcohol todavía se está distribuyendo a través de tus venas. Existe la tentación y tu cabeza todavía no está del todo en pausa. Pero sabes que la noche ya está hecha. Estás seguro de que no hay mucho más por hoy. Sólo será cocaína y un raro playlist en el iPod de alguien que te suena, pero que no conoces del todo. Sí, sólo serán conversaciones vacías y gente reunida alrededor del consumo de cualquier químico, o alrededor del dealer o de la bomba sexual siliconada. Por aburrimiento te acercarás a la chica que nunca has visto antes, es bonita y parece limpia. Ella parece interesada, pero se pregunta por tu edad. Y se pregunta que haces una noche de entre semana como ésta en un sitio como éste, con la edad que parece que tienes. A la luz del baño, te das cuenta de que su maquillaje intenta cubrir a golpes el acné. Ella sigue preguntándose por tu edad, pero para entonces ya se ha quitado la parte superior e intenta parecer una mujer. Trata de tomar el control. Empieza a hacer las cosas que aprendió de su relación con su ex-novio, el anterior, el primero, el único. De poco le vale cuando prefieres darle la vuelta y empalarla por detrás. A la luz fría del baño, contra el espejo, arañando la espesa capa de su maquillaje y saboreando en su espalda el sabor a nicotina, piensas que este momento podría perfectamente sobrar de tu biografía. Mientras bombeas piensas si el sol ya está saliendo. Si al salir el sol sentirás la caída repentina de todo el azúcar del RedBull. Piensas que la coca se evapora a la mínima señal de un amanecer. Todo esto hace que sigas follando sin parar casi hasta hacerte daño.


Un vacío de 20 minutos donde no tengo que decir, no recuerdo que contar.


El taxista acaba de empezar el turno cuando entras al coche. Te cuesta racionalizar una conversación en el asiento trasero con el taxista o con los que realmente "viven". Y cuando llegas a casa tu cama te sienta muy bien, te abraza totalmente vestido. Pero el teléfono no para de sonar. Quieren que vuelvas a salir. Estás aún a medio vestir y el alcohol y la coca y el RedBull todavía se están distribuyendo a través de tus venas. Luego escuchas el sonido del wasapEs esa chica: "Cool Isabella" (con el tatuaje de "Hecho en Brasil") que MIAMIGO me presentó la semana pasada. Ella no puede dormir y me dice que está mirando la guía porno del canal digital. En menos de media hora estás en su apartamento y los dos os quedáis dormidos justo  antes de que la canción de bienvenida de su ipod llegue hasta la mitad. 

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