Oh la tiranía de los poetas reunidos
que asedian oídos y los músculos del hombro
la cuchilla cruje en mi mandíbula y
palpita la cabeza.
Una pesada y turbia tortuosidad
nos arrea
y nos machaca con ello
¡Oh los finos brazos alargados y los oídos bombardeados!
Tardo horas y horas en relajarme
manos firmes se crispan sobre el mantel
y bebo como no lo haría de otro modo
perturbada y pálida
¡Oh pagad vuestras deudas ante vosotros mismos
tratadme
con prepotencia,
Poetas!
en silencio
los ángeles respiran.
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