Me dicen que París está llena de chinches y que no se dice por los medios, porque no es bonito, pero que hay una plaga.
Recuerdo pasear por los jardines próximos a la Torre Eiffel de noche y ver las ratas corriendo por todas partes. En las series americanas parece habitual tener una rata en casa si vives en Nueva York. Tengo un miedo obsesivo por este tipo de bichos y espero que en España no tengamos que convivir nunca con ratas. Por todo lo demás, París sigue siendo uno de los sitios más bonitos del mundo, a pesar de las ratas y de las chinches.
La belleza muchas veces esconde el olor insoportable de la podredumbre, como en Versalles con los orines y defecaciones tras las cortinas de toda la nobleza francesa de la época.
Imagino un montón de sitios donde a día de hoy el perfume del dinero intenta ocultar la miseria y putrefacción sobre la que se asienta la riqueza del primer mundo.
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