La modernidad se caracteriza por la aceleración de la historia.
La aceleración de la historia implica una ruptura con el pasado y una disolución del futuro.
La modernidad conduce a la dictadura del presente.
La fuerte intuición que subyace a este razonamiento es que cuanto más rápido vamos, menos tiempo tenemos para mirar hacia atrás y anticipar el futuro, y más atrapados estamos en el presente, un poco como en un tren de alta velocidad, cuando el paisaje pasa tan rápido que sólo podemos ver fugazmente la pequeña zona que tenemos delante de la ventanilla. ¿Qué validez tiene el teorema de la aceleración? ¿Cómo surgió? ¿Cuáles son sus variantes? ¿Hasta qué punto es capaz de captar el significado de la modernidad? El examen de estas cuestiones nos llevará a explorar, en la línea de la aceleración, diferentes regímenes de historicidad propios de la modernidad, diferentes formas de experimentar y representar el tiempo histórico en ella. Sus tres dimensiones fundamentales -el presente, el pasado y el futuro- estructuran la organización de este pensamiento.
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