lunes, 4 de septiembre de 2023

POLAROID




Antes de que el mundo se rindiera a lo digital, renunciando a la tactilidad y los sabores, la única forma de producir porno doméstico barato sin sufrir invasiones de privacidad de los laboratorios fotográficos era Polaroid.

El lento desarrollo de la instantánea polaroid determinó un momento mágico compuesto por olas y niños que se apiñaban para ver aparecer la imagen fotostática y luego arrebatársela de mano en mano. Uno estaba asombrado por el proceso químico de creación de imágenes. Redujo los tiempos de revelado e impresión pero al mismo tiempo impuso un ritual grupal, una espera silenciosa y emocionada definida por la reacción invisible del yodo y los polímeros. La fotografía ya estaba enmarcada en su sobre de revelado, como una foto de parque de atracciones. Todos los profesionales de la imagen lo utilizaban para predecir el plano o plano final. Ya era sin saberlo una herramienta de virtualización.

Ahora parece que todo es igual de instantáneo. La polaroid predijo la inmediatez y dejó de existir en favor de la no necesidad de formato. Instagram se inspiró en un primer momento en todo esto, para poco después asesinar al padre y parecer nuevo, haciendo de lo íntimo lo público y convirtiendo lo doméstico en viral. Ahora quedan todos esos planos que, por sus colores ácidos y teñidos de rojo, el borde negro como si mirara por el ojo de una cerradura, y un marco donde sujetar la imagen sin tocar el contenido, dictan la memoria cromática de los 70 y 80.

No hay comentarios:

Publicar un comentario