"No es un Dios sino una esvástica
Tan negra que no deja ver el cielo.
Toda mujer adora al fascista
La bota en la cara, el bruto.
Bruto corazón de un bruto como tú"
La bota en la cara, el bruto.
Bruto corazón de un bruto como tú"
Sylvia Plath
Una noche cualquiera, me encuentro sentado frente a un joven fascista borracho. Uno de esos que trata de convencerte de que al fin y al cabo la extrema derecha y la extrema izquierda tienen las mismas perspectivas, que los extremos se tocan, etc… En su microcefalia me lanza entonces una frase esclarecedora e inteligente que enseguida apunto: "En una sociedad aprobada, estar en la derecha da más placer”. Pocas frases condensan tan bien tomos y tomos de psicología social. El hedonismo posmoderno, el nuevo deseo de tranquilidad y bienestar social es el nuevo orden social del que se hace cargo la derecha… y las ratas que siguen al Flautista.
Ser fascista está de moda en Instagram y en las demás redes sociales o en televisión. El Neo-Fascismo es una fuerza renovada que se apropia de cualquier cosa. Se apropia de la lucha obrera, del campo y la España vacía, del Punk, de la bandera (por supuesto), de la Gran Vía de Madrid, de los movimientos civiles (incluidos los LGBT) y del lenguaje. Todo es susceptible de ser revisado y apropiado por la ultraderecha.
El padre de la niña adolescente mira el teléfono al despertar, cada mañana, y lee que sus acciones están cayendo, que el mundo colapsa, que el cambio climático está provocando catástrofes y que los inmigrantes violan y matan y roban y okupan y que todos son una amenaza. Las vallas no son seguras, las casas no son seguras, las calles no son seguras, el mundo es inseguro. Lo que hace falta es orden y el orden se obtiene con firmeza y patriotismo.
Todo como en Alemania, poco antes de 1933.
Para la derecha, la violación o el robo o la okupación justifican la violencia racial. Estos son los elementos que convierten la miopía en una relación de causa y efecto. Deja de importar el hecho en favor de quien lo provoca. No es tan importante la violación sino el origen del violador, del okupa, del ladrón. Lo que importa es el color de la delincuencia. Como en el terrorismo cuando los muertos no importan tanto si no ha sido un "Lobo Solitario". Como en EEUU si la masacre no la ha provocado un árabe. Y así poco a poco aprendemos a indignarnos de que nos maten los de afuera.
Y si no, define afuera, porque lo más cerca de ser español ya no es nacer en España sino ser de padres españoles. Si eres español, has nacido en España, pero tus padres son chinos o latinos o moros o rumanos o del este, entonces eres español pero no del todo. Eres un casi-ex-patriado y si cometes delitos eres de fuera. En este caso, en las noticias dirán: "de origen".
En últimas, no es lo mismo ser agredido sin más a ser agredido por alguien de "fuera". Ser agredido por alguien de "fuera" es mucho peor. Aunque la violencia de los violadores no es diferente de la violencia de los fascistas, que no es diferente de la violencia del buen padre de familia que usa la vara contra su esposa e hijos.
Es necesario partir de la estética aduanera de los fascistas que reproducen éticamente formas de violencia machista y patriarcal que, si surge a través del trabajo del "rumano" o "moro" de turno, justifica la represión violenta por motivos raciales, pero reconfirmando de hecho la perspectiva supremacista del orden del hombre de familia.
"Como revolucionarios, estáis locos pidiendo un nuevo amo. Y lo tendréis". Decía Lacan
"Mandar es mejor que joder". Dicen los sicilianos.
Nazis de moda y acción ciega dirigida a satisfacer los propios deseos.
En un estado de bienestar es mucha más placentera la Ultraderecha.
Nazis de moda bailando en la discoteca.
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