En toda historia hay paredes húmedas y desconchadas y moho sobre los restos de comida, poco color o simplemente grises y una sensación pesada como de desasosiego. Igual que hay días luminosos y ventanas abiertas por las que respirar el aire fresco de los parques, fruta fresca y jugosa llena de colores intensos y cuerpos que se sienten ligeros y llenos de esperanza que cruzan alegremente la avenida.
Prefiero pensar que son más los días buenos que los malos y que los malos no son sino descansos o excepciones de los que se sale pronto, como se sale de un resfriado o de un pequeño desvío. Lo pienso así para no sentir la humedad y que el moho me eche a perder y el resfriado dure más que una tregua y se instale en mí el peso de una tristeza infinita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario