La inteligencia artificial es la nueva fe. Nuestra posición corporal, ensimismada, frente a cualquier pantalla, se asemeja a la del rezo frente al dios de muchas religiones. Mirar la pantalla es como rezar frente al nuevo dios. El dios de la pantalla que continuamente vierte datos frente a nosotros en los que desaparecemos en un éxtasis continuo de sobre-estimulación. Mirando la pantalla nos comunicamos con la nube, un lugar casi espiritual donde reside todo lo que somos transformado en datos y descargas.
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