sábado, 19 de junio de 2021

Salgo de Madrid

Estoy lejos de todo y de todos. Lejos de Madrid y lejos de todo lo que tengo en Madrid. 

Tengo tantas cosas en Madrid y ahora parece que solo tengo lo que llevo encima. Así está bien, no necesito nada más, por lo menos por un tiempo no necesito nada más y creo que después, tampoco necesitaré nada más. Salgo de Madrid y de pronto todo se simplifica. Yo también me simplifico. 

Respirar

Salgo de Madrid. Esquivo Madrid. Evito Madrid. Me desplazo por las periferias intentando que no sean muchos los que se den cuenta que no estoy, que me fui.  Es fácil salir de puntillas porque, ahora,  la presencialidad ha dejado de ser importante.

Silencio

Ahora es Junio y vivo frente a un bosque. En Mayo vivía frente al mar. En Julio me traslado al desierto. No se donde voy a estar en Agosto. Septiembre parece lejano. Pienso en Abril cuando todavía estaba en Madrid.

Caminar

Oropesa

Hace solo un momento, en mayo, estoy en una ciudad de la costa. Una ciudad vaciada. Una ciudad de vacaciones que está vacía. Enormes edificios, que parecen barcos frente al mar, apagados y cerrados. Camino por la avenida principal durante varios kilómetros sin cruzarme con nadie. Ese es mi propósito del mes de mayo: Caminar  sin cruzarme con nadie, no llevar la mascarilla, no estar, no existir, desaparecer y evadirme del mapa. Comunicarme lo menos posible y solamente ser. Ciudades de vacaciones vacías fuera de temporada en las que me muevo como un fantasma, donde nadie me ve y donde nadie me piensa. Paseos al atardecer junto al mar. Kilómetros de costas solitarias donde camino sin dejar huella. Negocios cerrados. Parkings vacíos. Cuesta pensar que en menos de un par de meses este mismo lugar se inundará de veraneantes que ocuparán hasta el último rincón y todo se llenará de ruido y de papeleras desbordadas.

Si no cuento que estuve aquí, nadie lo sabrá. Nadie supo de mí ni quedó ningún rastro. 

Ahora es Junio. Siento el bosque y lo huelo.

Antas

En el bosque no hay nadie. El silencio de los humanos hace que la brisa más suave parezca un vendaval que choca contra la casa y  las ramas de los árboles. Los pájaros cantan todo el tiempo, aunque no se les vea nunca. Estamos aislados y me acostumbro muy deprisa a la falta de contacto con nadie más que con mi mujer. El resto del tiempo me quedo quieto y escucho el silencio. El resto del tiempo me pongo música en los auriculares y sigo pintando. Ella estudia y yo pinto, luego cocino, luego caminamos y ella estudia y yo sigo pintando. Es una rutina perfecta para los dos. El paisaje nos sobrepasa y nos ocupa todo el resto del tiempo. La naturaleza lo ocupa todo. Todo es demasiado bonito en este lugar. 

Nos vamos de aquí en unos días, pero nos gustaría quedarnos.

Volvemos a Madrid a final de Junio. Dos o tres días, lo justo para vacunarnos, visitar a un par de clientes, cobrar y volver a marcharnos. Nos vamos de nuevo. Nos vamos de Madrid a Pechina, a Almería. En Pechina va a hacer calor pero tenemos piscina. Yo voy a pintar todo el tiempo, ella va a estudiar. 

Nuestro propósito es intentar estar todo el tiempo posible fuera de Madrid.

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