De un año atrás hasta ahora todo es diferente. El mundo ha cambiado. No lo parece, porque todas las cosas y casi todas las personas siguen en el mismo sitio.
Es un cambio mucho más psicológico que físico, porque el cambio está en como nos relacionamos con los demás y con los lugares y con las cosas. Nosotros somos los mismos y los demás también.
Ahora, mi trabajo en la universidad se organiza en semanas presenciales y semanas online. Dos semanas presenciales en las que aparezco por clase como un forajido cubierto con una máscara que oculta el rostro y donde mis alumnos también ocultan el suyo, dos semanas en las que nos comunicamos por videoconferencia y donde puedo enseñar mi rostro a través de una pantalla, y donde mis alumnos muestran el suyo.
Cada vez que entro en el campus me apuntan con una pistola a la frente para comprobar mi temperatura y me froto las manos con hidrogel. Luego subo cinco plantas en el ascensor que no puedo compartir con nadie y me presento en el aula diciendo que soy el profesor, aunque con la máscara podría ser cualquiera.
Es extraño, porque cuando "estoy" oculto el rostro y cuando "no estoy" lo muestro. Estar se ha convertido en lo contrario que ser. La máscara es la distancia. Pienso que soy una falsa realidad, un espejismo, una presencia que asegura estar pero que no da pruebas suficientes de lo que promete.
Ahora resulta que la presencia es dudosa y la representación verdadera. El mundo empieza a parecerse a una plataforma digital. Aprendemos rápidamente a entender nuestra posibilidad virtual. Ser se empieza a parecer a una imagen proyectada.
Ninguna fantasía porno-capitalista hubiese imaginado nunca este escenario mejorado. Un mundo donde la propia presencia se convierte en un valor económico. Ya sabemos que el futuro se reescribe siempre en favor del beneficio económico.
El problema es exactamente esto: ¿Soy yo cuando estoy y soy, en el mismo espacio, pero ocultando mi identidad? o ¿Soy yo cuando no estoy ni soy, en el mismo espacio, pero mostrando mi identidad?
Este año hemos renunciado a la experiencia completa. Todas nuestras relaciones son cuestionadas y se establecen protocolos profilácticos para todo. Si quieres vivir tienes que dejar de estar. Puedes ser pero no estar.
Lo que se fomenta es la distancia. Puedes tener amigos, pero no los ves. Tus padres están mejor si no los visitas. Tus hijos por WhatsApp. El teletrabajo. Las compras online y la comida a domicilio. Plataformas digitales de entretenimiento por suscripción.
Yo, por mi parte, he decidido no estar todo el tiempo. No estar. Desaparecer.
Salgo de Madrid y no se lo digo a nadie.
Después estoy pero no estoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario