jueves, 11 de febrero de 2021

Cuando se muere un Hombre



Escribí "Cuando se muere un hombre" en el 2014.
Luego incluso lo grité en el 2019, en un concierto con Sophia-D, frente a un público expectante. (Punk-Rock)
Por entonces, no tenía ni idea de todas las muertes que se sucederían en el 2020-2021. Tampoco tenía ni idea de que pasaría por una pandemia. Ni tenía idea de que me contagiaría de una nueva enfermedad y que me confinaría en casa y cerraría mi negocio y pasaría esa nueva enfermedad como un casi asintomático. Por entonces, tampoco imaginaba que gente que conocía, se moriría de repente: Amigos, tíos, vecinos, madres de amigos, familiares y conocidos. Todos muriendo.
Todo lo que hace un año era mi normalidad, ya no existe, y la nueva normalidad es el término que ha sustituido a la incertidumbre.
En la nueva normalidad todo es nuevo y todos somos diferentes y todos hemos cambiado.
Hace casi un mes, en el centro de salud de Villaverde, me confirmaron tener Coronavirus. Me lo confirmaron a mí y a Paola y a Nicolás y a Cecilia y nos mandaron a todos para casa, a pasarlo. Ese mismo día, mientras salíamos del centro de salud entraba German, el del bar de debajo de casa, pálido y asustado y sin poder respirar.
Yo me lo crucé y le dije a Paola:
"Se muere" y luego le dije "Se va a morir"
Y hoy se murió. 20 días después.
...
¿Te acuerdas del anuncio de la lotería? ¿Ese que emocionó a tanta gente en España, esas navidades, porque el dueño del bar guardaba un décimo para el amigo que nunca tuvo suerte? Pues yo vivo justo encima de ese bar y Germán era el verdadero dueño.
Ayer murió. Se ha muerto porque no podía respirar.
El bar sigue abierto y los clientes siguen dentro y siguen fumando en la puerta.
Solo ha cerrado un día por la tarde. Ayer, para enterrar a Germán.
El dueño ha muerto y el resto sigue haciendo los mismo. El bar sigue abierto y la gente sigue tomando su café y su cerveza y fumando en la puerta. Todo es así de absurdo y yo sigo viviendo encima. Todo es extraño y es nuevo normal.
El bar sigue siendo el de la lotería.
Germán ha muerto, yo vivo encima, el bar sigue abierto y la tragaperras sigue aceptando monedas.
Yo he sido asintomático, pero me moriré mañana o pasado mañana.
Cuando se muere un hombre, no pasa nada. Escribí un texto en el 2014 que decía esto:
"Cuando se muere un hombre no cambia nada. Un golpe de aire pasa de la ventana de la cocina a la ventana del dormitorio y la puerta de la entrada se cierra de golpe. Los coches se mueven contagiando de atascos los ramales de circunvalación. Las nubes se extienden copando el cielo en amenaza de tormenta. Un gato se lava la cara. La calle está llena. Alguien termina su jornada de trabajo y cierra la puerta de la oficina. Una madre lleva a su hija a casa, después de recogerla de la guardería. Compra galletas por el camino. Su hija sonríe. El autobús gira a la izquierda. Un ascensor desciende. Quedan granos de azúcar sobre la mesa de la cafetería. Un hombre compra una bombilla en la ferretería de su barrio, paga y dice gracias para despedirse. Un taxista polaco espera en un paso a nivel mientras escucha la radio y jura en su propio idioma que nunca mas le será infiel a su mujer. El cielo a esta hora ya se ha vuelto gris como el cemento. El asfalto está mojado. Una anciana descalza se sienta delante del televisor, en el sofá de su casa. La gente anda con prisas cerca de las bocas de metro. Un ordenador zumba demasiado fuerte porque su ventilador está a punto de reventar. Cuando se muere un hombre todo sigue igual. No podía ser de otra manera. Cuando se muere un hombre no cambia nada."
Ahora pienso que todo lo que antes escribía, cada vez es mas cierto.
Me estoy haciendo viejo.
Intento respirar pero no huelo Madrid como antes lo hacía. No perdí el olfato por el Covid, pero Madrid ya no huele igual

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