jueves, 16 de abril de 2020

No hemos conocido ningún muerto



Veo las noticias y solo veo gente que se recupera. La gente que se recupera tiene nombre y edad y ubicación. Nos detallan con precisión cualquier dato necesario para poder empatizar e incluso emocionarnos con lo que en los medios llaman "historias humanas".

Los telediarios del mediodía cada vez duran más tiempo. Los de la noche repiten lo mismo. En realidad toda la televisión repite todo el día las mismas noticias, una y otra vez.

Cuentan casos de gente recuperada y de ejemplos de solidaridad. Las noticias se convierten en una continua relación de buenas noticias ajenas a la muerte, a la pobreza y a la desesperanza.

Pero la gente que se muere, a no ser que sea alguien famoso por haber sido artista o presidente de un club de fútbol o de la alta sociedad. A no ser que tenga nombre y apellidos, solo es un número. O ni siquiera un número, es una tendencia estadística dentro de una curva. No hay nombres, no hay gente en los entierros, no hay noticias, ni llamadas, ni mensajes. Te dicen que ha muerto un familiar, y si no es tu padre o tu madre es como un recuerdo que no ha llegado a ser. Porque además la gente se muere sin saber de qué. 

Por estadística, la mayoría de la gente no conoce muertos cercanos por el virus.

Si te toca, pasas al otro lado. Es decir, o no se muere ningún familiar o amigo cercano y miras televisión contento de tener actividades contra el aburrimiento o se te muere alguien y ves cómo no le importa a nadie mientras la curva siga bajando. O te mueres de forma anónima o contribuyes a una reducción de la curva. De esta manera, la mayoría se sentirá aliviada al no haber muerto, ni ser familiar de un muerto.

Por ahora, muchos de nosotros, no hemos conocido ningún muerto. O no sabemos si fue por el virus o si fue por el virus no era tan cercano. Por ahora, la mayoría de nosotros, no hemos conocido ningún muerto.

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