sábado, 21 de marzo de 2020

Chemsex en los tiempos del virus



Los Mossos d’Esquadra detuvieron el viernes por la tarde en el centro de Barcelona a ocho personas que se disponían a ponerse hasta las cejas de estupefacientes y jugar al trenecito, lo que en estos tiempos se conoce como hacerse una chemsex... Porque puestos a saltarse confinamiento, qué demonios, dirían los tipos... Una chemsex es una suerte de orgía donde los participantes se inflan principalmente de metanfetamina con el objetivo de mantener relaciones sexuales durante varios días, cuanto más tiempo mejor.

La metanfetamina proporciona una falsa ilusión de resistencia y sobretodo un estado de ansiedad que te promete todo el rato que la satisfacción está a la vuelta de la esquina, pero luego nunca está (la satisfacción), y así se pasan las horas y las noches. 

La policía de la Generalitat recibió el soplo de un ciudadano que le contó que había sido invitado a participar en una fiesta de sexo y drogas, que estos encuentros pueden reunir fácilmente a 30 personas, que dadas las circunstancias no le parecía muy conveniente...

Los agentes que se desplazaron a una vivienda en la calle Casp, en el corazón del Eixample, encontraron tantas drogas que acusaron a las ocho personas que allí se encontraban de un delito contra la salud pública. Y encima una de ellas tenía tos y fiebre. Las fuentes, sin embargo, no pudieron aclarar si esta chemsex iba a ser aderezada con una sesión de ruleta rusa. El lado oscuro de la ciudad no descansa. Ríanse de la gente que pasea perros de peluche, pasea la mascota en pareja o se va con un colega y un par de carritos de la compra para beberse un par de latas de cerveza en un banco. Pasear perros de peluche es mainstream total, una picardía propia de la clase media, una gamberrada comparada con...

Unos desconocidos acaban de tratar de ocupar de nuevo algunas de las dependencias del narcoedificio ubicado en el número 14 de la calle Príncep de Viana, en este caso en el barrio del Raval. No hace mucho las policías autonómica y municipal desmantelaron aquí un par de puntos de venta que llevaban años funcionando. Afortunadamente la Guardia Urbana frenó esta narcoocupación.

El concejal del distrito de Ciutat Vella, el común Jordi Rabassa, puso un tuit muy indignado para decir que la entidad financiera propietaria de la finca no le hacía caso y que el Ayuntamiento había tenido que enviar unos cuantos obreros para tapiar las viviendas susceptibles de ser ocupadas y unos cuantos policías para escoltarlos.

“A ver, documentación”, dice uno de estos policías. “Sí, bueno… yo soy periodista”. “¿No está un poco lejos de su casa?”. “En realidad estoy a dos manzanas”. “Muy lejos para tirar la basura...”. “Le digo que estoy trabajando ¡soy periodista! De verdad… Estoy mirando como hay cosas que nunca cambian ¡tengo un salvoconducto!”. “¿En serio?”. “Pues sí”.

Y en la Rambla un pequeño traficante muy sonriente lamenta que estos días apenas tiene trabajo. “Yo tengo unas cuantas plantas ¿sabes? y me saco un dinero con los turistas, pero ahora no hay turistas… Lo bueno es que los clubs de cannabis están cerrados y gente de la ciudad pues comienza a quedarse sin provisiones, y algo cae ¿entiendes? no quieren quedarse en casa a pan y agua”. El lado oscuro de la ciudad no descansa.

Luis Benvenuty en La Vanguardia

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