jueves, 19 de diciembre de 2019

Desayuno de campeones


Me gusta desayunar solo, casi nunca antes del mediodía; cualquiera que lleve un estilo de vida totalmente discordante necesita al menos un anclaje psíquico cada veinticuatro horas, y el mío es el desayuno. En Hong Kong, en Dallas o en casa —y con independencia de si me he acostado o no—, el desayuno es un ritual personal que solo se puede practicar como es debido en soledad y con un espíritu de auténtico exceso. El factor de la comida siempre debería ser a gran escala: cuatro Bloody Marys, dos pomelos, una jarra de café, crêpes Rangoon, un cuarto de kilo de salchichas, beicon o carne de ternera picada con chili, una tortilla o huevos escalfados, un litro de leche, un limón cortado por si hay que aliñar y un trozo de tarta de lima o similar, dos Margaritas y, de postre, seis rayas de la mejor cocaína… Exacto, y también debería haber dos o tres periódicos, el correo y los mensajes, un teléfono, un cuaderno para planificar las veinticuatro horas siguientes y por lo menos un aparato de buena música… Todo ello se debería llevar a cabo al aire libre, bajo la calidez del sol y preferiblemente desnudo.”
Y aquí, un día en la vida de este estrafalario escritor. La vida de este hombre sí que era un show!!

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