Nunca he estado tan deprimido. Nunca he encontrado una música que encajase tan bien con mi estado de ánimo. El disco KID A de radiohead me salvó. Dormía en el suelo. Mi familia me había abandonado. No tenía dinero pero salía todas las noches hasta el amanecer. Me reinventaba todos los días. Las resacas eran impresionantes. Al mediodía, mientras abría los ojos en un piso vacío de muebles donde apenas se escuchaba mi respiración, la música entraba en mi cerebro sin ningún filtro. Lo llenaba todo. Todos los días, tal vez un año, escuchando desde el principio hasta el final el mismo disco. Soy yo en el 2001, todo estaba por pasar cuando parecía que todo ya había pasado.
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