Mi mejor amigo mató a un compañero de clase en un accidente de coche, camino del aeropuerto, una noche con niebla. Impactaron contra un camión que no tenía encendidas las luces traseras. El asiento del copiloto quedó lleno de sangre. Los cristales llenos de sangre. El salpicadero lleno de sangre. Mi amigo apenas sufrió lesiones. Fue un caso inexplicable. Ahora mi mejor amigo tiene lagunas de memoria. No recuerda nada sobre el accidente y ha olvidado casi del todo el nombre del compañero de clase al que mató esa noche cuando impacto contra un camión que no tenía encendidas las luces traseras.
Su padre está orgulloso y presume de tener un hijo superviviente. Un hombre que ha se ha salvado de una muerte segura. Todo un hombre.
Es un mundo de hombres, o al menos eso es lo que parece.
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