Donde terminan todas las botellas
con mensajes encerrados,
por amores de un solo día
o de los que duran toda una vida...
Donde los sueños no son perseguidos,
donde las perchas bailan sin vestidos,
ordenadas, susurradas por el viento,
coreadas por la brisa...
A la espalda del mar,
a la espalda del mar,
yo te quiero llevar.
Y observarte pintar en el silencio,
estudiar tu libre movimiento,
en ausencia de todo tiempo,
fuera del marco, fuera del lienzo.
Tengo todo lo que necesito,
no tengo armario ni quemo crucifijos.
Mi botella ha vuelto a la arena,
solo atiendo al grito de ballenas.
La luna agita de nuevo el cascabel
y eriza los mares, me lleva a mi burdel.
Maleta hambrienta, échate a llorar,
nos anclamos aquí, a la espalda del mar.
...
El Columpio asesino
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