Ante el vacío, los espectadores se sintieron animosos.
Aunque yo sabía perfectamente que esa disposición era falsa, tan falsa como la mía, una disposición de apariencia alegre que escondía una sensación de vacío, de tristeza, de desconsuelo ante nuestra propia reacción frente al vacío.
El autoengaño, la falsa valentía, incluso algo de autocompasión para negar lo evidente.
No hay nada delante y no hay nada detrás.
Estamos solos y aislados.
Incluso rodeados de una multitud, nunca hemos estado mas solos.
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