La cultura pop es un producto –un espectáculo, un show, una canalización de deseos suprimidos en forma de mercado- y a la vez es un impulso, una producción de deseos suprimidos que una vez liberados pueden crear su propia melodía. (…) Al producir lo popular, la sociedad burguesa produce su opuesto (la chusma), y en su mayor parte se las arregla para convertir ese opuesto en una imagen que se elimina o se presenta en los momentos oportunos. Y aún así la imagen misma es enemiga de la mayor parte de cosas en las que cree la burguesía, y su efecto no puede calcularse tan exactamente como la clase dominante desearía. Existe siempre la oportunidad de que lo pop sea utilizado para exigir fugazmente lo que el censor tanto teme.
Rastros de Carmín de Greil Marcus
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