sábado, 7 de enero de 2012

Pudrirse después de madurar


Solamente la idea me hace sentir como que me estoy viniendo abajo,  peor que cualquier dolor de estómago o dolor de cabeza. Una especie de sarampión del espíritu, unas paperas de la psique, un alma con varicela.

Soy la perfecta imagen de lo que quería ser y eso me da miedo. Me dices que es demasiado pronto para mirar hacia atrás, te has olvidado de la perfecta simplicidad de ser una hermosa promesa entrando entre tus piernas. Pero no puedo mentir sobre mi almohada: A los cuatro yo era un mago árabe, pude hacerme invisible al beber un vaso de leche cogiéndolo del revés. A los siete años era un soldado, a las nueve de un príncipe, a los diez un arqueólogo y un día mas tarde fui Lawrence de Arábia, también fui un muerto durante unas horas, y después resucité. 

Ahora estoy mucho tiempo en la ventana observando la luz del atardecer. 

En aquel entonces nunca cayó el sol tan solemnemente tras el edificio del otro lado de la calle. Esto es el comienzo de la tristeza, me digo a mí mismo, mientras mis zapatillas cruzan el universo. Es hora de decir adiós a mis amigos imaginarios, hora de pasar la gran puerta. Parece que fue ayer. Yo creía que no había nada debajo de mi piel, salvo la luz. Creía que si me cortaba podría brillar. Pero ahora, cuando caigo de rodillas. Sangro

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