Al seducir a la mujer de otro: es descortés hablar de él, follar tan mal como él o creerse lo contrario. Ella de todos modos se convencerá de que cometió un error pero si la tratas con tacto, aligerarás su culpa y querrá volver a hacerlo. Lo que distingue al caballero del patán no es el hecho de desearla o poseerla, sino su capacidad de reconocer del fondo de “una dama” a la mujer que quiere sentirse “un poco puta” y satisfacer su capricho, de tal forma que si intenta olvidarlo no pueda. Procurarle ese placer es la recompensa.
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