Se sintió en ese estado cálido que le encantaba. Caliente. Quería ser QUEMADA. Amaba el crepitar de su estómago comiendo unos spaguetti.
Siempre deseó ver Picadilly, vagar por el Soho, y Pimlico y Savile Row, y caminar por el camino de la Abadía. Los que sueñan de día, se dan cuenta de muchas cosas que se escapan a los que sueñan solo de noche. Siempre deseó besar una mujer policía. Pasear desnuda por la noche, en el metro, y que la gente la observase. Pensó en todos los hombres con los que no se casó, pero con los que sí se acostó, y hecho de menos tener una agenda con los teléfonos de follar, como tienen los hombres, como seguramente tendría su marido. Imaginó el atardecer en Cadiz, y el amanecer en Paris. Las vacaciones en una playa de Alicante, con sus padres. El Sol. Se acordó de los naranjos de la isla de la Cartuja, en Sevilla. Pensó en todas las cosas que de alguna manera le hacían sentir el calor. Y también pensó en lo bueno que estaban los Spaguetti.
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