domingo, 5 de septiembre de 2010

Soñé con un campo cubierto de amapolas

Soy una chica normal. Debo ser buena. Comprensiva. Tolerante. Saludar por las calles, en los supermercados, por cada lugar que paso. Pero por una simple cuestión de higiene personal, siempre voy armada. Llevo mi metralleta. Mi AK-47 cuerno de chivo. Siempre voy armada. Matando gente a lo loca. Con mi AK-47 ayer caminé por las calles del pueblo. Maté a cinco poetas. Un cura. Tres señoras de la Caridad. Dos taxistas. Un alcalde. Dos concejales. Un agente de turismo. Un dueño de un prostíbulo. Tres agentes policiales. Cuatro profesores. Un sociólogo. Un pintor. Un juez. Un abogado. Un director de colegio. Un comerciante. Veinte agentes culturales. Dos músicos. Un farmacéutico. Un vendedor de diarios. Una mujer en silla de ruedas. Luego regresé a mi cuarto. Más tranquila. Sosegada. Liberada. Pausada. Puse el Cd Epistrophy de Thelonious Monk. Me serví una Vaina. Leí un par de páginas de La importancia de vivir de Lin Yutang. Luego me fui a la cama. Soñé con un campo cubierto de amapolas.
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