jueves, 9 de septiembre de 2010

Pausas y métodos de desaparación en el "Arrebato" de Ivan Zulueta (1)

“El concierto que acabáis de oír era de Wolfgang Amadeus Mozart. Y el silencio que le ha seguido también era de Mozart”.
Sacha Guitry



Tras una leve resistencia contra el poder de la imagen, José Sirgado, el personaje interpretado por Eusebio Poncela en Arrebato de Iván Zulueta, es vampirizado por una cámara de super 8, haciendo una pausa y desapareciendo. El tomavistas absorve fotograma a fotograma la esencia material del personaje, lo fusila. Convirtiendo a José en su propia imagen.

Pero: ¿Para qué sirven las imágenes? Creemos saber lo que sustituyen. El cine ha articulado su lenguaje para ser fundamentalmente narrativo: La imagen sirve para contar historias. En este caso, su uso más frecuente, define el medio. Con la sobre-producción de estas imágenes, tanto fijas como en movimiento, la imagen se auto-aniquila. Se confunde con lo que le rodea, lo que le precede o lo que le sigue. La imagen se vuelve invisible, y el mundo cada vez más desconocido. “Es un mundo extraño”, se decía en un momento de Blue Velvet ( 1986. David Lynch ). Y es realmente extraño, tal y como se visiona en la secuencia de super 8 mm insertada en Arrebato de Iván Zulueta, donde una cinta de apenas unos minutos recorre, en el mismo rollo de película, distintos lugares del planeta de una manera totalmente inconexa. Un paisaje lleno de imágenes pasa a ser un espacio difuso. Un tiempo lleno de relatos visuales se convierte en un continuo sinsentido. Se empieza a percibir como un continuo abstracto. La imagen, en su acumulación, deja de verse.



¿Y que es una imagen que ya no se ve?`

La televisión y el mando a distancia radicaliza aún mas el impacto, aplanando la importancia de las cosas a favor de un tiempo sin pausas. El aparato de televisión de José Sirgado no emite realmente nada. El personaje mira el aparato con el mismo desinterés en la emisión del telediario que cuando no hay mas que el ruido del final de emisión. La imagen pierde su importancia en cuanto se produce en tiempo real, en paralelo a la propia realidad. “Nos dirigimos hacia la alta definición, es decir a la perfección inútil de la imagen, que de golpe ya no es una imagen a fuerza de producirse en tiempo real. Cuanto más nos acercamos a la perfección de la imagen, más se pierde su poder de ilusión.“(Jean Baudrillard). Porque al final no hay diferencia entre lo que sucede a un lado u otro de la pantalla. Todo tiene la misma importancia, y de esta manera todo deja de tener importancia. La imagen desaparece. Según Bazin, ideólogo del neorrealismo, existe la posibilidad de transmitir tal cual la verdad; según él las imágenes se transforman en sí en lo real, el objeto representado y la representación llegan a confundirse. Lo sustraído del mundo real mediante la técnica cinematográfica, pasa a ser la realidad y lo captado desaparece en su fugacidad.

¿Hay que mostrar las cosas para que desaparezcan?

“Charlot interpreta a Charlot. Pickford interpreta a Pickford, Fairbanks interpreta a Fairbanks. Ellos son el film. No podríamos imaginárnoslo sin ellos. Están en primer plano, desde donde no interfieren a nadie. Es porque no existen. Y así nada se interpone entre la obra y nosotros.” (Antonin Artaud)

En los primeros minutos de la película José Sirgado ( Eusebio Poncela ) mira a cámara y dice: "No es a mí a quien le gusta el cine, sino el cine a quien le gusto yo". Resumiendo de esta forma el final de la película, donde realmente el cine engulle al personaje. Pasando a ser un primer plano en pausa. Solo desapareciendo puede ser proyectado, puede ser cine. “ El cine no es más que una fantasmagoría, porque se trata, no de cosas reales, sino de fotografías. Y ni siquiera de fotografías, sino de proyección de fotografías; ni siquiera la fotografía del cine es asible, palpable; se proyecta y no solamente se proyecta, sino que se proyecta en movimiento, es decir, está apareciendo y desapareciendo. Es por tanto, una pura y simple fantasmagoría. Ahí está todo a su limitación y toda su grandeza”.


Estamos de alguna manera acercándonos a lo inmaterial, o si no es así, conceptualizando esta posibilidad de lo inmaterial. El cine es, de esta manera, fugaz e inasible. Se proyecta, pero lo que se proyecta, realmente no existe. Joseph Plateau define la persistencia de la visión como la capacidad teórica del ojo (o la retina) de guardar la última imagen que le llega, haciendo que un objeto sea percibido incluso cuando ya no esté. Puro espectáculo. Y puede verse Arrebato como una metáfora de la sociedad espectacular, plasmando los planteamientos debordianos donde: “ El Espectáculo no es un suplemento del mundo real, una decoración sobre añadida. Es el núcleo del irrealismo de la sociedad real” Esta ambigüedad, omnipresente en nuestra sociedad, entre apariencia y realidad, como aquella pantalla de televisión a la que no deja de mirar Eusebio Poncela, sobreexpuesto de esta manera al continuo imaginario, sirve de punto de fuga y método de desaparición en Arrebato de Iván Zulueta.

¿Cómo desaparecer completamente?
Es imposible desaparecer completamente.

Si investigamos sobre esto, se trata de buscar los métodos de desaparición: En la propia técnica cinematográfica, en sus pausas, en el fuera de campo, en los silencios y los vacíos, en todos los espacios donde la prosa deja un hueco por donde nos podamos colar.

Mi estudio se dirige en este sentido sobre las pausas y los métodos de desaparición en el “Arrebato” de Iván Zulueta. Película que perfectamente podría “no existir”. Película que podría perfectamente haber desaparecido. Y esto, para mí, es una verdadera victoria sobre la muerte.

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